MI PASIÓN
Por Carlos Zaldívar
Desde las mismísimas entrañas del universo, nací hace aproximadamente trescientos años. Llovía aquella tarde en que mis primeros acordes anunciaban la llegada de un ser proveniente de una gran Musa, Euterpe, mi madre. La representante de la música que habitó por un breve espacio este pequeño planeta cubierto por notas musicales.
Y sólo por mencionar a algunos de los amantes de mi madre, como Liszt, Spendel, Gavrilov o Pletnev, quienes aprovecharon al máximo el don de su alma vertido en sus manos.
He cambiado mucho desde mi nacimiento y desde hace cien años casi sigo siendo el mismo. Actualmente visto de smoking blanco y negro y pocas veces de blanco o tonos claros. He sido y soy inspiración para muchas almas que claman a mi creador por amor, que lloran por desamor o que simplemente gozan de vivir. Soy, pues, la pasión de muchos. Pero alguien se ha preocupado por mí, alguien me ha preguntado por Mi Pasión. ¿Acaso no tengo derecho a vivir mi vida y procrear descendientes? Pues hoy, a un paso del tercer milenio, me preocupo por mí mismo y exijo clemencia por mi vida.
Mi Pasión es Ella. Quien me inspira a sostener fuertemente mis cuerdas internas, a brillar ante las manos de cualquier músico apasionado y a sostenerme firmemente en cualquier lugar, posándome para adornar a mis compañeros, hermanos y almas en general.
Ella es, sin lugar a duda, mi inspiración, porque ahora sé que vamos de la mano, quienes nos ven juntos pueden jurarse amor eterno, porque la palabra "siempre" sí existe y tan sólo bastan décadas desde mi nacimiento para demostrarlo; pues ella es mucho mayor que yo. Ella nació para esperar mi llegada. Nació con espinas para defenderse de los que la deseaban como inspiración propia. En mi caso, ni sus rasguños ni su indiferencia casual me hieren.
No tenemos nacionalidad, somos ciudadanos eternos del universo. Ahora nuestro amor es conocido por todo ser humano que se llame conocedor de las bellas artes, de los cuentos e historias de amor, de norte a sur y de este a oeste, en el paraíso y en el infierno, en el amanecer y en el ocaso.
¿De qué color viste ella? Del único representante del amor con pasión. Rojo. Porque la música y la naturaleza (la de ella) van juntas de la mano y provocando sintonías de emoción.
Ella es conocida como: La Rosa y yo como:
El Piano
Junio 1999.
1 comment:
me encantó... la rosa y el piano... ¡qué amor más simbólico!
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