Jesucristo en México

EN UNA BAJADITA

Por: ¿Quién Creen?

Entre tantas cosas que debo hacer y miles más que me piden, hice un breve paréntesis e inicié una reflexión sobre la más grande y hermosa creación.

Me puse Offline y apagué mi Laptop. Ipsofacto, me levanté de mi cubículo, mire mi reloj, calculé el tiempo y sin más pensamientos en mi cabeza decidí hacer una bajadita a esa minúscula masa de tierra.

Durante el transcurso y con la prisa de decidir mi destino exacto, me dejé llevar por la suerte y caí en tierras donde pasé algunas aventuras, anécdotas, experiencias y corajes; que detallaré a continuación.

Como cualquier extraño en tierras ajenas, llegué a lo que podría pensarse que era una “posada amigable y conocida”. En efecto, llegué y quedé sorprendido. Era la casa de mi señora Madre. Pero la sorpresa se desvaneció después de un breve lapso. Increíblemente observé la gran cantidad de actividades ilícitas que se realizan ahí. Cientos de personas (merolicos, limosneros, ambulantes y uno que otro raterillo) invaden ese lugar tan preciado por miles de fieles. La mercadotecnia invade el recinto sagrado. Me dio bastante vergüenza e inmediatamente (antes de que me reconocieran) me puse la gorra de los Yankees, hasta cubrir mi frente por completo. Seguí caminando y me topé con una fila enorme de gente ignorante, que todavía piensa que “tienen que sufrir por mí o por mi Padre”, desconociendo que nosotros sólo queremos lo mejor para ellos; además de cuidar de su felicidad y bienestar. No tienen que lastimarse para llamarnos. Las lágrimas no pude evitarlas. Los días pasaron.

El sol iniciaba su retirada y decidí hacer lo mismo. Me trasladé a un recinto al aire libre, donde ya me habían comentado que el hombre se comportaba como en la época de barbarie. ¡Ah! ¡Qué recuerdos de aquella época! Todo lo que luché para que evolucionaran y hoy veo que muchos siguen igual.

En ese recinto, al que llaman estadio, se realiza un deporte (no recuerdo su nombre) que supuestamente quiere ser más famoso que yo. Y para muchos sí lo es. Me impresionó que al llegar ahí comencé a recibir miles y miles de plegarias.

Me ponían en conflicto conmigo mismo, ¿A quién le iba a hacer caso? Unos me decían que les ayudara a ganar y los contrarios igualmente. Decidí hacer caso omiso y ellos seguían igual. Finalmente creían que yo los estaba ayudando. Ganaran o perdieran. Más aún, cuando un homo sapiens aumentó el score a favor de su equipo, me quedé pasmado y la vergüenza se apoderó de mí nuevamente: para festejar la anotación, dejó ver su camiseta interior, en la cual (¡aún no doy crédito!) mostraba la imagen de mi Madre. ¡Increíble! (de no creer). ¿Cómo es posible que un ser mamífero de tal especie, muestre esa imagen tan sagrada? ¿Y los que no la conocen? En fin, esa acción pasa de lo sagrado y puritano a una blasfemia vil y comercial, además de ser intolerable. Pero ellos, lamentablemente no lo saben.

Estuve ahí. Unos me rezaban y los contrarios también. Ese conflicto conmigo mismo desapareció. Me fui sin saber el resultado y con la certeza de que el ganador me lo agradecería infinitamente.

Bien me lo ha suplicado Arturo Huizar: “…Por piedad, bájate de esa cruz, pues tus hijos se matan con su propia mano…” Hoy, metafóricamente la mano del hombre tiene miles de armas. Unos contra otros y contra los mismos. Y aquí estoy.

Caminando y pensando por lo que he vivido, me cruzo con cientos de personas. Voy detrás de ellas. Parece que manifiestan algo o a alguien. No lo sé aún.

Me adelanto. Observo. Parece una peregrinación (en mis tiempos así le llamábamos). Pregunto y me contestan afirmativamente. ¿Cómo pueden manifestarse de tal manera, si están perjudicando a terceras personas? Y Además vienen lastimándose a sí mismos. Ni mi Padre ni yo somos castigadores. ¡No es necesario que se lastimen! ¡Quiero ayudarlos!

Me detengo y me siento a llorar y a pensar.

Uno de ellos se para junto a mí y me dice que es sacerdote. (- ¡Ah, sí! Pensé. Él me podrá ayudar -) Lo escucho y mi tristeza aumenta sigilosamente, sin ser extrovertido. “Mire, acompáñenos. Por marchar, nos van a dar un dinerito. Una parte para la Iglesia de mi comunidad y la otra para todos nosotros. ¿Cómo la ve?”

Me negué, y aún así me dio de beber.

Me terminé mi Pepsi y seguí con mi aventura.

Tomé un autobús con destino desconocido. No sé dónde estoy. Camino y sigo pensando. Siento que alguien me llama. Me aproximo a un pequeño grupo de personas. Están observando un árbol y rezando. Me acerco y pregunto.

La ignorancia prevalece en ellos. Dicen que han descubierto la imagen de mi Madre impresa en aquel tronco.

En el tronco se aprecia una imagen amorfa. Se ve una silueta “muy parecida” (simples ramificaciones), pero ellos ven lo que quieren ver. No interrumpo.

Muchos habitantes de esta tierra, me dedican su vida entera, tanto en aciertos como en errores. Yo simplemente quiero apoyarlos. Ellos mismos son dueños de sus destinos. Yo, sólo los apoyo.

Parece que mi religión se está deteriorando, pero finalmente saldrá avante. El gran obstáculo es lo que llaman “Iglesia”. La “Iglesia” de hoy es un grillete político, económico y comercial de la Religión. Sé y he entendido que todos debemos modernizarnos (algunos dicen globalizarnos), pero nunca caer en la degradación.

Cuando Marx escribía que “se debe evitar la destrucción del hombre por el hombre”, llegué a pensar que estaba equivocado; pero hoy, mi opinión es diferente.

Lo viví. Estuve presente (y aún lo estoy) en miles de batallas y en cientos de guerras. Hoy los motivos me causan dolor, son tan patéticos como la mismísima solución. Las batallas siempre son por poder, por posesión de tierras y lo peor es que hay más por “Religión”.

Si todos somos hijos de mi Padre, todos somos iguales. Unos creen en mí y viven felices, otros no creen y también viven felices; pero existen muchos otros que fallecen por creer en mí. También otros tantos viven tristes, creyendo o no.

El engaño de muchos pseudo limosneros. Utilizan mi imagen o la de mi Padre para obtener dinero. Esto es inaudito. Y peor aún porque hay unos que otros seres que les llaman delincuentes, y tienen la osadía de rezarme para que sus fechorías tengan éxito. ¡En verdad! ¡Cómo me duele ver esto!

Unos tienen y quieren más, otros no tienen y quieren lo mínimo. Los ayudo pero no se ayudan a sí mismos. No es suficiente con plegarias para mí, además de eso, tienen que trabajar y ayudarse a sí mismos, pues mi ayuda es implícita.

Hoy, (como diría Nietzsche) prevalece el nihilismo, y el principal valor de casi todos es el papel. Un papel con el que hacen trueques (como en mis tiempos); o plásticos, que representan al tal papel. Dicen que ese papel es del mismísimo enemigo mío.

Antes, a la primera plegaria que recibía, estaba listo para dar apoyo, consuelo y ganas de salir adelante. Pero hoy, todo ha cambiado. Tengo que verificar antes cada plegaria. Me he cansado de estar bajando a cada rato y ver que es tanta la ignorancia que por cualquier evento sin trascendencia me quieren de inmediato. Simplemente, escucho, observo, verifico y analizo: Ayudo y consuelo o simplemente me río, (eso sí, porque tengo un buen sentido del humor).

En esta “bajadita” en que me aventuré llevo ya cincuenta años. He recorrido miles de kilómetros y concluyo que el humanismo y los valores ya casi no existen. Pareciera que mi enemigo acérrimo Belcebú está ganando la batalla. Pero todos sabemos que la guerra final la ganaré yo. Regresaré a mi lugar. A la derecha de mi Padre.

Me doy cuenta que no es lo mismo estar allá abajo, a simplemente observar desde las alturas. Mi apoyo lo tendrán siempre incondicional. Los ayudaré en todo lo que pueda y lo que esté a mi alcance, siempre y cuando no me coloquen en conflicto, porque en verdad es patético que me recen en un maldito deporte (perdón por el adjetivo) cuando estoy atendiendo enfermedades, hambrunas y guerras en muchos lugares de la Tierra. Un bello planeta que se está acabando.

Y al parecer así seguirá, por los siglos de los siglos.

Atentamente,

Jesucristo.

Septiembre del 2001.

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