Las piernas de mi amor
son dos líneas de fuego bajo el sol,
suaves y casi largas,
brillando como si el mismo cielo las hubiera dibujado.
La luz acaricia su piel,
resbala en esa curva que invita,
como el borde de un precipicio
donde uno quiere lanzarse sin pensar.
El calor las besa,
y yo miro, me muerdo los labios,
como quien contempla una fruta madura
a punto de caer.
Le digo:
"Desvístete, amor, deja que el sol
se emborrache contigo.
Que no haya tela entre tú y la locura,
que el aire bese cada rincón
que me pertenece y al sol, ahora también."
Porque luego, voy a besar esas piernas tan excelsas.
Sus piernas, el Sol y... nuestros besos.
No comments:
Post a Comment