Toussaint-Bernal-Puentes
Eugenio Toussaint
(In Memoriam)
Toussaint-Bernal-Puentes
Kennedy Center for the Performing Arts
28 de octubre de 2007
Por Carlos Bernal
Fue Jean-Paul Sartre quien escribió aquella célebre frase sobre el jazz y los plátanos*, expresando su pasión por el jazz, pasión que comienza en su primera novela, La Náusea, donde hay varias alusiones a este género (el disco de la cantante Sophie Tucker interpretando "Some of these days" es como un leitmotiv en la novela). Quienes hemos escuchado jazz en un club, sabemos que hay mucho de cierto en la frase de Sartre, el jazz es más sabroso sentado en una vieja mesa de algún bar, con el humo de los cigarros, el ruido de las copas y los murmullos constantes de quienes simplemente no pueden escuchar sin hablar. Sin embargo, el jazz ha evolucionado y se ha ganado su lugar indiscutible en la sala de conciertos, por su refinamiento, seriedad y gran capacidad de expresión. Lejanos son ya los días (o las noches) en que uno solo podía escuchar jazz en bares, y ahora en las salas de conciertos del mundo entero, se presentan los grandes jazzistas de hoy.
Gracias a la tecnología de internet, tuve la gran fortuna de presenciar el concierto del trío del pianista y compositor Eugenio Toussaint en el Millenium Stage del Kennedy Center, con el contrabajista Agustín Bernal y el baterista Gabriel Puentes. Quienes escuchan a este trío en vivo están presenciando momentos históricos del jazz en nuestro país, porque como bien dice Eugenio en una parte del concierto, este jazz es mexicano (believe it or not), hecho en nuestro país y con la marca imborrable de lo nuestro. Difícil definir a que me refiero con "lo nuestro" en un género que nació en Estados Unidos (con raíces africanas), que evolucionó y tomo gran parte de su influencia de la música impresionista de Ravel y Debussy, que elaboró una riqueza rítmica singular y que ahora es casi universal. Supongo que se puede decir que los temas, algunos de Eugenio y otros de Agustín llevan melodías, armonías y ritmos que de alguna manera dejan su marca mexicana, ya sea en el canto de un tema, en el ritmo vivo, en los golpes de una batería en las manos del excelente músico Gabriel Puentes, cuya finura no hace más que acentuar esa mexicanidad, o latinidad, que hace todavía el termino de "lo nuestro" mucho más amplio.
El formato de trío (piano, contrabajo, batería) es standard en el jazz y cubre toda una gama de colores en un caudal que es casi inagotable. Pienso en los grandes tríos de la historia, como el de Bill Evans (Scott La Faro y Paul Motian), Oscar Peterson (Ray Brown y Ed Thigpen), Keith Jarrett (Gary Peacock y Jack DeJohnette) y Brad Mehldau (Larry Grenadier y Jorge Rossy) y sé que me quedo corto pues faltarían por lo menos una veintena por nombrar, sin embargo el arco temporal trazado (de Evans a Mehldau) cubre 50 años en la historia del jazz. Eugenio, Agustín y Gabriel son herederos de esta tradición y conocen perfectamente las posibilidades del trío, en donde el piano establece el mapa armónico, apoyado por la indispensable guía del contrabajo, cuya línea melódica enriquece en todo momento la sonoridad del grupo conduciéndolo a nuevos territorios armónicos y que apoyados por la batería crean el color tan particular del trío. En mi humilde opinión, la riqueza de esta formación viene dada por la variedad y las diferencias entre los tres instrumentos: el color tan característico de cada uno, la manera de producir el sonido, y la gran capacidad de los tres instrumentos de integrarse y mezclarse para formar un sonido nuevo.
El primer tema es Shiraz, composición de Agustín en donde el trío suena con swing, energía y dirección, lo que me hace pensar en ese rico vino del valle de Rhône de sabor y color robusto cuyo aroma no es más que el de los campos de Provence, que con el soplo del viento del Mediterráneo se filtra por la nariz cuando uno acerca la copa, cerrando los ojos y dejando correr el sabor de esa uva tan especial que poco a poco invade el paladar. Así, uno cierra los ojos y se deja llevar por la melodía viva y rítmica que da paso a un solo de contrabajo en donde la maestría de Agustín se hace bien presente desde la primera nota, la melodía ascendente, las notas repetidas, el uso de dos cuerdas simultáneas, el vibrato profundo que hace cantar al contrabajo y por supuesto la marca del fraseo de un verdadero maestro. Después viene la conversación con la batería que finalmente regresa al tema. Eugenio anuncia la segunda pieza, A Mis Hijos, composición suya, de repetición melódica insistente e hipnótica que da paso a un solo de piano elegante y delicado donde también la repetición está presente en los giros melódicos que tanto le gustan a Eugenio y que explora con elegancia. Luego viene el solo de contrabajo que se convierte en una conversación con el piano, y en las notas altas vuelve a esa repetición que el piano contesta y se desvanece para regresar de nuevo al tema principal. My New Orleans Lover, otra composición de Agustín inicia con la batería y continúa con el tema en el piano y una rápida figura melódica repetida entre el piano y el bajo: episodios cortos separados por pausas y que poco a poco se van abriendo hasta llegar al solo de piano, rítmico y con swing. Después el solo de contrabajo, da paso al solo de batería, con el grupo ahora acompañando a Gabriel y repitiendo el tema principal.
En Sideways, esa película sobre el viaje de dos amigos por los viñedos de California mi parte favorita es una conversación entre Maya y Miles, conversación que es el preludio amoroso de estos dos personajes, en donde Miles define de manera poética la uva pinot **. Así, Pinot Noir de Eugenio Toussaint me suena delicada, como esas muñecas de porcelana, cuya belleza se centra en su fragilidad y finura: eso es quizás el Pinot Noir para Miles y también para Eugenio. Sunset at Sunset, dedicada como la anterior a Clare Fischer, nos presenta ese lado latino que tanto gusta al pianista norteamericano cuyas influencias van de Sergio Méndes a Tito Puente. Picasso, otra composición de Eugenio abre con una linea tocada al unísono entre el piano y el contrabajo, que después suena algo al estilo de Chick Corea en aquella época española (Light as a Feather, My Spanish Heart) especialmente en la parte más rítmica, donde Eugenio toca un excelente solo que es seguido de otro gran solo de Agustín en donde piano y batería acompañan perfectamente el ir venir del contrabajo cuya energía inagotable desemboca en el tema y finaliza sorpresivamente.
Regresando a Sartre, quizás la clave es comer plátanos y disfrutar del Jazz al mismo tiempo, sin importar donde uno lo escuche. Me pregunto si Sartre habrá intentado comer un plátano en la vieja mesa del Café de Flore en el corazón del barrio de Saint-Germain-des-Prés donde es bien sabido pasaba tardes escribiendo o si tarareaba junto con Simone de Beauvoir algún tema de Charlie Parker en sus innumerables caminatas parisinas. Lo que está verdaderamente documentado es que hubo un encuentro entre Sartre y Parker, en el club Saint-Germain en Mayo de 1949, en donde el filósofo existencialista conversó con el gigante del saxofón sobre diversos temas, entre ellos la música contemporánea y el interés de Parker de estudiar música clásica en un conservatorio. La cita de Sartre*** sobre el hombre y su proyecto en la vida (que en realidad no es más que una manera de definir el Existencialismo), en donde la realización de dicho proyecto le da el único y verdadero sentido a su vida me parece más que acertada cuando escribo estas líneas sobre este maravilloso trío mexicano. Enhorabuena.
Ginebra, Suiza, octubre de 2007
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El video completo del concierto:
http://www.kennedy-center.org/explorer/videos/?id=M3273
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* " La musique de jazz, c'est comme les bananes, ça se consomme sur place "
(Jean-Paul Sartre OUVRES ROMANESQUES, Gallimard Bibliothèque de La Pléiade)
** El diálogo citado es el siguiente:
-You know, can I ask you a personal question, Miles?
-Sure
-Why are you so in to Pinot? I mean, it's like a thing with you
-Uh, I don't know, I don't know. Um, it's a hard grape to grow, as you know. Right? It's uh, it's thin-skinned, temperamental, ripens early. It's, you know, it's not a survivor like Cabernet, which can just grow anywhere and uh, thrive even when it's neglected. No, Pinot needs constant care and attention. You know? And in fact it can only grow in these really specific, little, tucked away corners of the world. And, and only the most patient and nurturing of growers can do it, really. Only somebody who really takes the time to understand Pinot's potential can then coax it into its fullest expression. Then, I mean, oh its flavors, they're just the most haunting and brilliant and thrilling and subtle and... ancient on the planet.
*** "L'homme n'est rien d'autre que son projet, il n'existe que dans la mesure où il se réalise, il n'est donc rien d'autre que l'ensemble de ses actes, rien d'autre que sa vie." (J.P.Sartre, L'Existentialisme est un humanisme , Nagel, p.55)
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