HeadBangers Fest 2001
La Bestia arriba a México. Apocalipsis según la Doncella de Hierro. Cap. 23. Vers. 18.
Por Carlos Zaldívar
Así como en las sagradas escrituras, Harris y Murray prometieron en aquel concierto de mil novecientos noventa y ocho que volverían a la gran selva de asfalto. La deuda se adquirió en los aquellos conciertos pasados donde faltó la dinámica voz de Bruce Dickinson. Hoy, la deuda ha sido saldada. El día nueve del primer mes del tercer milenio, en punto de las nueve cuarenta y cinco horas de la noche, hacen estruendor las guitarras, el bajo y la batería de IRON MAIDEN, quienes en el escenario interpretan “The Wicker Man”. La Bestia, Eddie, aparece a los costados del mismo, vigilándonos con esos rojizos ojos llenos de furia metalero.
Steve Harris, Dave Murray, Janick Gers y Adrian Smith provocaron euforia al recapitular con sus cuerdas toda una historia épica para continuar con “The Ghost of the Navigator” y “Brave New World” (rola que da nombre al álbum reciente y a su gira mundial); Nicko McBrain, por su parte, acompaña con estruendosos baquetazos de su poderoso instrumental en percusiones, bombos y tarolas; y obviamente en las vocales, aquel gran ausente quien fuera desterrado del mundo de Arrakis: Bruce Dickinson, el hijo pródigo de la bestia.
El frío estaba en creciente apogeo acompañado de una constante llovizna, que fueron los grandes acompañantes para un anoche apocalíptica, pues todos sabíamos que tarde o temprano arribaría “The Number of the Beast”… que es un número del hombre… su número, es: seiscientos sesenta y seis. “Wrathchild” apareció enseguida y la emoción de escuchar esta vieja rola prendió a la gran multitud que nos dimos cita en el Foro Sol de la Ciudad de México.
Dickinson sobresale con una cátedra sobre la evolución de las vocales en cada testimonio que
“Iron Maiden” se incluye dentro del repertorio, para luego contemplar la llegada del “hombre que camina solo” a través de “Fear of the Dark”; toda una obra literaria interpretada en cuerdas de la dulce doncella. Ni las inclemencias del tiempo fueron suficientes para bajar el nivel de decibeles de la multitud y mucho menos de los integrantes de la gran banda inglesa.
Tras unas palabras de Dickinson, las alabanzas a “Maiden” proclamaban las siguientes rolas. Y de pronto, Gers inicia con “The Evil That Men Do”. Y así, durante el transcurso de esta epopeya, y cerca de la medianoche, sale la Bestia del fondo del escenario. Eddie se aparece para simular una burla a Gers y sus cuerdas. La euforia aumente en impresionantes gritos de aclamación al cielo y al mismísimo infierno.
Con gigantes mantas de Eddie interpretando gráficamente las canciones, aparece nuevamente vestido de soldado y trayendo consigo la bandera del Reino Unido. En pose de guerra. Y en este momento es cuando “The Trooper” hace su aparición desde la trinchera y arremete con gran odio a cuan ruso se le ponga enfrente. Dickinson ondea las banderas ubicadas en cada costado, de lado a lado, como signo de victoria y agradecimiento a su fiel público bestial.
Un poco fuera de tiempo y mucho antes de que dieran las veintitrés horas con cincuenta y ocho minutos, aparece “Two Minutes to Midnight”. Otro gran clásico bestial donde la Doncella da la pauta para el encore. Más palabras de Dickinson y los integrantes se despiden para desaparecer momentáneamente del escenario. La multitud clama presencia de ese monstruo apocalíptico, e inician los coros grotescos para traerla de regreso. No tardó mucho. Poco antes de la medianoche las palabras del Apocalipsis, Capítulo 23, Versículo 18, se escuchan por doquier. Y luego, las guitarras de “The Number of the Beast” para complacernos con la que fuera la rola que ocupó el primer lugar en los charts ingleses de mil novecientos ochenta y tres. Y mucho mejor después, porque la Bestia asesina, nos deleitó con la escalofriante y dolorosa historia del preso a punto de subir al Cielo: “Hallowed by the Name”; rola con que pide clemencia y no deja de repetir “Santificado sea tu Nombre” y rogar la absolución total de sus pecados.
Hubo más rolas, pero pese al tiempo, también faltaron otras que ya son íconos dentro de los pentagramas de cualquier músico metalero. Rolas que han sido influencias para generaciones metaleras recientes. “Transilvania”, “Run to the Hills”, “Runnin’ Free”, “Prisoner”, “Seventh Son of a Seventh Son”, “The Flight of Icarus”, “Wasted Years”, “To Tame a Land”, “The Phantom of the Opera”, “The Rime of an Ancient Mariner”, “Sanctuary”, “Alexander the Great”, “Afraid to Shoot Strangers”, “Be Quick of Be Dead”, “Bring your Daughter to the Slaughter” y muchas más.
Lo que sí debo destacar es que la rola “The Clansman” que nació en voz de Blaze Bayley, fue interpretada por el ya vocalista oficial de Maiden, la mejoró y la superó en todos los aspectos audibles. No cabe duda que Dickinson es el maestro de las voces, pero siempre necesitará a la Bestia como su musa de inspiración, puesto que al lado de “Samson” no destacó.
Hubieran incluido también en el repertorio a “The Tears of the Dragon”, del álbum homónimo de Dickinson y que fue muy bien recibida en las listas europeas.
Durante los últimos minutos de la Doncella en escena, se alcanzó a distinguir un gigante robot con el rostro de Eddie, enorme, al que le estalló la cabeza partiéndola en dos. De ahí salió Eddie, en persona, de carne y hueso (o lo que restaba de estos).
En esta gira mundial, Eddie se presenta como Ed Hunter, dando continuidad a esa evolución genética.
Finalmente el Apocalipsis llegó. La Doncella de Hierro y Eddie se despidieron, dejándonos en excelentes estados alterados para iniciar con gran expectativa, la próxima gira. Mientras esperaremos al mes de noviembre del presente año para la adquisición del DVD de esta gira.
Este festival se denominó HeadBangers Fest 2001, y fue la consecuencia de la cancelación del famoso Ozz Fest en el año dos mil. Acompañaron a la Doncella de Hierro el vocalista Robert Halford, quien se hace llamar con su banda simplemente “HALFORD” y de “QUEENSRÿCHE”, liderada por Geoff Tate.
En punto de las siete horas de la noche, y como todo buen inglés, Rob Halford inició la hora del té con la rola “Resurrection” que da título a su reciente álbum. También es un excelente vocalista, sólo con un faltante: sus ex compañeros de JUDAS PRIEST. Y se notó bastante porque al interpretar la legendaria “Breaking the Law” las guitarras dejaron mucho que desear. Según Rob quiere dar oportunidad a nuevos valores en el ámbito del metal, al igual que lo hizo con “FIGHT”. Extrañamos a Tipton y a Downing. Tan sólo hace poco más de dieciséis años que admiré a Halford, con Judas Priest, en la gira de “Defenders of the Faith”, en el Irving Meadows de California, y pareciera que el tiempo no ha pasado por su voz. Pero sí en su físico. Muy bien por Rob Halford. Recomiendo que adquieran “Resurrection” en LP y no en CD. Este acetato supera al disco compacto en varios aspectos y mejor para este tipo de música.
Y los segundos teloneros fueron los de Queensrÿche, quienes en México seguirán siendo muy subterráneos y poco conocidos, a pesar de tantos éxitos a lo largo de veinte años. Les faltaron sus mejores canciones, principalmente del “Empire”, como “Silent Lucidity” y “Jet City Woman”, que yo esperaba que las tocaran. Pero al darse cuenta del poco apoyo del público decidieron por acortar su repertorio y salir bien librados. Son una excelente banda de los años ochenta. Con ellos, la mayoría de los asistentes aprovecharon para ir a comer alguna pizza bajo la lluvia, una hamburguesa fría o simplemente ir a desechar toda la cerveza ingerida antes y durante el evento.
“Metaleros” o “HeadBangers”, como siempre, unidos y solidarios en el Heavy Metal.
Este texto está dedicado a Carlos, quien ya estaba ansioso por estar frente al escenario y contemplar a la Dama de Hierro… y a Eddie.
Enero de 2001.
No comments:
Post a Comment