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Lic. Arturo Montiel R.

Gobernador Constitucional del Estado de México

Angélica Moya

Presidenta Municipal Naucalpan

Ulises Ramírez Núñez.

Presidente Municipal Tlalnepantla

A los diferentes medios de comunicación

P r e s e n t e s

Febrero 21 de 2005.

POLICÍAS Y DELINCUENTES.

¿Qué no son lo mismo?

Esta semana se publicaron casos similares en “ECOS” número 2762 del 16 de febrero de 2005 y en “REFORMA” número 4084 del 21 febrero de 2005 (hoy), los cuales definen la actitud actual de los choferes del transporte público, sean microbuses, taxis, combis, camiones y otros del mismo servicio.

Sí, claro que respetamos su derecho al trabajo, pero que lo hagan cual debe ser y apegados a un reglamento, que tal parece que no existe.

Un chofer viola 38 veces el reglamento, en cada viaje, en promedio.

Además cada chofer está afiliado a organizaciones lideradas por pseudo líderes quienes efectúan paros, cierres de avenidas importantes, amenazas y sobre todo, tienen comprada a la autoridad (si es que existe tal).

Autoridad que, en el caso de Naucalpan, aparece únicamente en la propaganda de Angélica Moya, en los paraderos de transporte público sobre el periférico, y que casi no se utilizan.

¿Por qué no están los policías donde deben estar y cuando deben?

Así, aunque se lleguen a construir catorce pisos al periférico, mientras la actitud de estos choferes y oficiales de tránsito persista, seguirá el caos vial y mucho peor aún, el latente peligro de accidentes.

Todo esto es bien conocido por todos, pero nadie hace algo al respecto.

Hace aproximadamente un año, a la altura de la Cruz Roja de Naucalpan, en mi vehículo, di vuelta a la derecha. Inmediatamente una patrulla con dos empistolados, malencarados y déspotas oficiales me indicaron que había cometido una infracción. Hasta ese momento supe que en el D.F. la vuelta a la derecha, con precaución, está permitida, más no en el Estado de México. Sugerí me llevaran a la delegación para pagar la multa, pero prefirieron pedirme cincuenta pesos para el desayuno y ahí quedaba todo, a lo cual me negué. Lo importante fue que les hice notar y les pregunté: ¿Por qué no detienen a todo microbusero que está haciendo lo mismo? La respuesta se dio ipsofacto: “ellos sólo nos dan 15 o 20 pesos y siguen su camino y en cambio con los particulares podemos sacar más”. Un caso entre miles.

Pues bien, retomando estas publicaciones quiero relatar lo sucedido este viernes 18 de febrero:

Alrededor de las 16:00 hrs. circulaba en el periférico de sur a norte, con dirección a Santa Mónica a la altura de Plaza Satélite, por los carriles laterales del periférico.

Antes de ingresar a los carriles centrales, exactamente en la entrada que está frente a Suburbia Satélite, divisé un autobús azul, que repentinamente ¡se cruzó desde el carril derecho hasta el izquierdo como para meterse por completo al periférico! En este momento le indiqué con el claxon que estuvo a punto de chocar con mi auto.

Entretanto, alcancé a ver que en esa entrada al periférico, estaban DOS POLICÍAS UNIFORMADOS del Estado de México. Entonces intuí, que por lo menos uno de “esos” dos actuaría en mi defensa y, por lo menos, impediría el paso del autobús hacia los carriles mencionados, tal cual es su obligación: “No permitir la circulación de transporte público en los carriles centrales de periférico”.

Y ¿cuál fue mi sorpresa al ver al chofer y al “poli” que se saludaban, y el primero ingresó tan tranquilamente al periférico? ES EL COLMO.

Inmediatamente bajé mi ventanilla (que siempre traigo medio abierta por precaución) y le pregunté al “poli” - ¿Por qué dejó pasar al camión? “Está prohibido – a lo que ufana, llana, déspota y burlonamente me contestó: - “¡Cállate! Pendejo, y sigue tu camino” – ¡Increíble! pero verídica respuesta, así con ese vocabulario de una autoridad.

¡Y todo esto pasó en menos de 10 segundos!

¿A quien acudo a pedir ayuda? ¿Quién puede atender mi queja? ¿Alguien hará algo al respecto?

Las respuestas son obvias. Vivimos en una ciudad donde gobierna la impunidad.

Por más que quiero creer y ser optimista en cuando a nuestras autoridades, sólo pierdo el tiempo.

Así, concluyo con el subtítulo de este presente escrito: los policías y microbuseros son delincuentes, acotando que hay rarísimos casos en que no lo son.

Así que también ¡a cuidarnos de estos “polis”!

Carlos Zaldívar

Basura: Carta a "amlo"

BASURA EN EL D.F.

Carlos Zaldívar

Zona Metropolitana

Mi estimadísimo Andrés: Tu gobierno populachero abre un hoyo para tapar otro y te has dedicado a comprar la confianza (y los votos) de la gente que no sabe mucho (por no decir ignorante). Y ahora veo por doquier la campaña para separar la basura. ¿Cómo se va a adquirir un hábito de separación de basura, si no se tiene el de “colocarla en su lugar”? Te propongo que un día por la mañana no te lleve tu millonario chofer al trabajo y tomes el transporte público (microbuses y metro) y te toparás con cientos de escupitajos que tendrás que saltar, kilos de basura que deberás esquivar y decenas de ciudadanos, (¿de la esperanza?) tirando basura de todo tipo, con quienes caminarás.

Espero sigas mi consejo y conozcas una ciudad que creo que desconoces. Y por cierto: ¿Cuándo vas a acabar con el ambulantaje?

Marylin Manson (2005)


MARILYN MANSON

El Reverendo en tierras guadalupanas.

Por Carlos Zaldívar

Ni el alboroto de la gente (por llamar así a la ignorancia vertida en dos patas y un cerebro envuelto en celofán) pudo detener la presencia de este músico controvertido en tierras regiomontanas. Y la historia se repite similar o mayor a lo sucedido hace seis años en la ciudad de México. Mismas protestas para quedar en vergüenza ante el primer mundo. Así pues, llegó el esperado siete de noviembre para entrar al recinto situado en el Autódromo de la ciudad, el Foro Sol. Emprendimos el viaje para asistir a la misa que celebraría el Reverendo Manson (beatificado, canonizado, idolatrado y pontificado por Antón S. Lavey) junto con un trío de grupos que jugarían el papel de “monaguillos”.

Sería una larga misa, casi uno de esos retiros evangelizadores donde la gente reza, canta se alegra, y al final extiende los billetes en forma de agradecimiento; pero aquí eso no bastaría. Debíamos concebir y ser partícipes del mensaje de Brian Warner, personificando al Reverendo Manson, en el escenario. Al filo de las dieciocho horas dio inicio a la primera lectura, a cargo de los finlandeses de Apocalyptica, quienes ahora se convirtieron en trío de cellos agregando una batería. La esencia la perdieron y esta primera lectura dejó (a mi manera de pensar) mucho que desear y poco por disfrutar. Unos minutos para cambiar instrumentos y la segunda lectura estaría a cargo de Mudvayne, quienes alguna vez se caracterizaron por tener pintura en el rostro y esta vez vinieron como partícipes en una playa nudista; al igual musicalmente.

Apareció un escenario oscuro, tenebroso y lleno de alegría (como una espiga dorada por el sol) y como fieles servidores masoquistas se desplomaron los músicos y dos extravagantes coristas (por no decir mujeres de la vida nocturna, fácil y perversa) a los pies de Manson. Daba inicio el evangelio de ese temprano ocaso con violines prestados del ángel de las tinieblas. Apareció de entre las penumbras, vestido de negro, físicamente más degradado en estos últimos años, pero conforme avanzarían los cánticos sagrados demostraría su madurez musical durante este lapso. Y después de terminada la sesión de insultos, lluvia de vasos y papeles; iniciaba con la rola “This is the new shit”, a la que le siguieron “Rock is dead”, MObscene” con bailes extravagantes, eróticos y sado masoquistas por parte de sus “coristas” quienes siempre estuvieron dispuestas al sometimiento del Reverendo, “The dope show” y “Doll Daga”; pero aún faltaban palabras sagradas. No dejaba de incitar a los discípulos de esta religión, quienes sólo creen en el hombre como tal; jugaba y revoloteaba como cuervo atisbando a sus presas, esas dos hermosas mujeres carentes de alma.

Tras un alarido desgarrador de Manson, entonaron los primeros acordes de lo que sería la ovacionada y espectacular “Sweet Dreams”, misma que los Eurythmics estelarizara algunos lustros atrás, misma rola que cualquier sordo mudo podría detallarnos explícitamente; y es que el personaje de Brian Warner se transformó en un infantil suicida sádico. Con esta homilía, Manson personificaba todas las obras de sus principales seguidoras, que por cierto estaban en la primera fila del Foro Sol, sentados unos junto a otros mirando y alabando a un colega, estaban ahí Lavey, Sade, Freud, Nietzsche, Teresa de Calcuta, Juan Pablo, Dalai Lama y San Agustín entre otros; y más atrás se veían los hologramas fantasmales de Marilyn Monroe y Charles Manson (honor a quien honor merece); todos aplaudiendo. Sweet Dreams fue un total orgasmo mental del cual no olvidaremos las escenas sadistas tras bambalinas (Manson y sus mujeres jugueteando) y la lujuria a su máxima expresión.

Fue un total viaje del sado masoquismo hasta lo infantil, porque el Reverendo entonaría la letra de Small World, misma que se utiliza de fondo al entrar en la pequeña lancha del pequeño mundo de Disneyland junto a otros niños. Esa misma tonada que alborotaría las casi cuarenta y siete mil almas aclamándolo. Y con esta suave escena, aparece el Reverendo vestido de Mickey Mouse, tergiversándolo malévolamente, quien entre sonrisas y blasfemas, nos deleitó con un show inimaginable para todo espectador, incluyendo al señor Walter E. Disney. Simplemente todo un maestro en el escenario del mal.

Las nubes ennegrecieron la luna, y llegado el encore, se desató la bestia del Apocalipsis, cerrando con broche de oro: “Beautiful People”. ¿Qué más podría ofrecernos el señor de la polémica ancestral? Seguramente vivimos en “La Época Dorada de lo Grotesco”. Amén.

La despedida estuvo a cargo de KoRn, buenas rolas y muchos gritos. Nada fuera de lo normal.

KISS (Sus Conciertos)


KISS, SUS CONCIERTOS.

Dios nos regaló el Rock & Roll, y fuimos hechos para amarlo.

Por Carlos Zaldívar

Una gran deuda estaba en crecimiento, con intereses musicales y sociales que en cada sueño nocturno nos hacía deambular por los cielos y pedir que fuera saldada.

La época dorada de KISS, el simple beso o los caballeros al servicio de Satanás (algo irrelevante) fue en los últimos años de la década de los setenta. Música y un super espectáculo único.

La época de escolapio austero, simplemente acompañado de un radio blanco portátil y buscando estaciones que me permitieran disfrutar de rolas de buen rock. La Pantera” fue una de ellas.

Deambular por los patios de la escuela, jugar de vez en cuando, y cuando la reta descansaba pues a sacar ese radio que hoy en día pasaría cual vil ladrillo en el portafolios.

“KISS”, palabra, logotipo sencillo pero que significaba un vida de porvenir melómano, y que aparecía al abrir los portafolios, cuadernos, estuches y cualquier hoja que estuviera destinada al cesto de la basura. Discos LP’s con portadas satanizadas por mi madre y mi abuelita abundaban por la sala en espera de ser introducidos al tornamesa, como un ritual de abre, levanta aguja, espera caída, baja aguja y slam por los sillones.

Así era una tarde de rock, rock y más rock. KISS estaba en ese repertorio.

Finalmente algunos jóvenes mexicanos se aventuraron a la tarea de negociar con el grupo para que viniera a toca a la Ciudad de México. Era el año de 1980. Estaban confirmadas las fecha para el mes de agosto, pero tiempo después, Y COMO BUEN PAÍS TERCERMUNDISTA Y FANÁTICO, se hizo de nuestro conocimiento que tales conciertos se cancelaban. ¿Por qué razón? KISS había contraído una deuda con sus fans mexicanos. La espera continuaba. Aún en este país hay enemigos del ROCK, y por ese entonces muchos periodistas amarillistas y padres de familia, se vieron involucrados en tal propaganda de desprestigio, como una lepra musical; incluso a shanik bergman (así, en minúsculas) se le juntaron otros secuaces protectores de la religión, el buen gusto y la ignorancia musical.

Pero un abono a tal deuda sucedió a finales de es mismo año, cuando KISS se dejó venir en un tour promocional que congestionó todo el Camino Real, los lugares aledaños y en general a media Ciudad de México, simplemente para demostrar que somos muchos jóvenes rockeros ansiosos de conciertos. Así la deuda de un concierto de KISS se acrecentó con los años. Pasaron muchos meses y se dieron cuenta de que KISS vendía más parafernalia y souvenirs que música, así que se desmaquillaron y empezaron giras con un nuevo rostro de KISS. Finalmente llegó el año de 1994, y ya habían pisado el Palacio de los Deportes, Guns ‘n Roses y Van Halen, así que también se anunció el primer concierto de KISS (sin maquillaje) en la gira de Monsters of Rock.

Mismo concierto no llamó la atención, poca afluencia y tan sólo por ver a unos integrantes que no conocíamos (su identidad era el maquillaje). Así que la deuda seguía.

Pasaron pocos años y el fenómeno resurgió por tanto fervor de sus fans: KISS volvió al maquillaje y con sus integrantes originales. Una nueva gira y esta vez incluyeron a México. Gene Simmons, Paul Stanley, Ace Frehley y Peter Criss se presentaron en el Palacio de los Deportes, con un súper espectáculo visual de fuego y láseres que acompañaban a altísimos decibeles y a cuatro personajes sacados del infierno.

Al inicio pensé que la deuda estaba por saldarse, pero al final, sólo bajó un poco. Simmons y Stanley se enfocaron más en el espectáculo visual que en lo musical, por lo que faltaron bastantes hits de la época dorada.

Para el año de 1999 vuelven con la gira de Psycho Circus. Para esta época la edad y el ritmo de vida, parece que anunciarían sus últimos días de rock ‘n roll. Esta vez se presentarían en el Foro Sol de esta ciudad, con otro espectáculo magno, y ahora en tercera dimensión. Excelente música, y ahora los hits se dejaron oír, pese a la mala acústica del foro. ¿Por qué no construir un anfiteatro? En fin, pasaban los meses, la deuda crecía y disminuía. Algo faltaba.

Los álbumes seguían creciendo, pero ahora en formato de CD; seguían haciendo fila frente al CD Player y algunos LP’s frente al tornamesa de los recuerdos. El ROCK se lleva en las venas y no se deja tan fácil, es una droga placentera con adicciones suculentas. Aún abro el portafolios y sigue desgastándose y despegándose aquella calcomanía de la secundaria: Detroit Rock City.

Finalmente se anuncia el “Farewell Tour”. Una gira de despedida mundial pero que esta vez no llegaría a México. Así que de ipsofacto y con el viaje a tierras canadienses, obtuve mi boleto para ver a KISS, en su última gira (aja, ¡como no!) en la ciudad de Hamilton, a pocas hora de Toronto y de Niagara, Canadá.

Esto sucede en septiembre del año dos mil. Un anfiteatro de un país del primer mundo, un lugar donde la gente no corre a esconderse ni los locatarios bajan sus cortinas de hierro y los negocios cierran puertas, todos, al ver caminar a miles de “Black T-Shirts” con imágenes de cuatro infernales seres. Un lugar idóneo para conciertos, con una distribución para sentarse cómodamente y otra para el Slam más violento que pueda suceder; una acústica del nivel que el ROCK se merece y lo que faltaría.

Para este concierto abrió un grupo nuevo que ni el nombre recuerdo, pero el segundo lugar estuvo a cargo de SKID ROW, quienes siguen al pie del cañón y dando batalla para que el ROCK se engrandezca.

El plato fuerte: KISS. Ahí parado y agradeciendo a los Dioses del Olimpo dejarme presenciar lo que sería el último concierto de los cuatro originales jinetes de Apocalipsis. Fue un concierto al máximo, en todos los sentidos, con imágenes, fuegos artificiales, luces… pero sobre todo una cadena de hit tras hit… lo mejor de lo mejor.

Pareciera que adecuaron un concierto tercermundista para un país tercermundista, en el caso de sus presentaciones aquí en México.

Al término de ese concierto, y todavía sorprendido de la magnitud y el poder que cuatro adultos pueden generar en un pequeño escenario, caminé por la ciudad.

El alboroto es controlable y la ciudad volvió a la calma. Pude disfrutar de “Beth” en la voz exclusiva de Peter Criss en un estado de romanticismo muy elitista.

Después de esta gira y como el cuerpo necesita trabajar… necesita vitaminas y energía para seguir viviendo, Gene y Paul se reúnen para editar el cuarto álbum en vivo: “ALIVE IV”, esta vez con sinfónica y grabado en Australia. Ya no están los cuatro pero Eric Carr ya casi es de la familia. Así pues, vuelven a emprender el vuelo de una nueva gira.

Y hoy, nuevamente se incluye a México dentro de las paradas. Esta vez fue el 17 de Agosto pasado, con un malísimo grupo abridor de nombre Moderatto, quienes se la pasaron brincando e imitando a algunos grupos y con pésimos covers.

Así pues, y en punto de las 9:30 horas de la noche, presenciamos el inicio de lo que sería un fastuoso concierto. ¿Por qué estaba allí? Estuve en los conciertos anteriores y también en el máximo concierto de despedida, con los cuatro originales y con un repertorio de primer nivel. La respuesta era sencilla: esta vez acompañé a Ricky y a Carlos. Presentes los tres, frente al escenario. Motivo más que suficiente, ¿no?

Arrancaron con “Love Gun” y a partir de aquí la euforia no paró…. Hasta un día después.

Fue éxito tras éxito y el espectáculo visual asombroso, y más lo fue porque por primera vez y seguramente por única vez, Ricky y Carlos lo pudieron disfrutar, para contar en un futuro lejano a sus hijos.

Gene Simmons, Paul Stanley, Eric Singer (en la bataca) y Tommy Thayer (en la guitarra) siguieron con Makin’ Love, Got to Choose, Christine Sixteen, Shout it Loud, I Want You, Psycho Circus, Unholy, 100,000 Years, Detroit Rock City y muchas más. Para cerrar con broche de oro y a las palabras de Paul: “Viva México Cabrones” se arrancaron con I Was Made For Loving You, God Gave Rock ‘n Roll To You y Rock ‘n Roll All Nite.

El espectáculo, similar al Farewell Tour será inolvidable: Simmons volando, brincando, emulando sangre por la larga lengua, y pisando fuerte con tremendas plataformas. Paul viajando por el escenario, Eric subiendo en una plataforma con todo y batería y Tommy haciendo lo suyo al compás de sus compañeros.

Todo un éxtasis acompañado de mucho estruendor, fuegos, luces, explosiones, altos decibeles, energía pura, euforia, gritos y cánticos.

Simplemente fue una noche feliz al ritmo de ¡KISS, KISS, KISS…! Y dedicada a Ricky y Carlos, para quienes esa noche será inolvidable.

Carlos Zaldívar

kaiserzaldivar@hotmail.com