II Encuentro GeneXus 2003

II ENCUENTRO GENEXUS MÉXICO 2003

Por Carlos Zaldívar

Sí, pero tenemos problemas con el presupuesto, además: ¿Qué demonios de programas son Yava, Vishual y eso de JeneCSus? – ¿Y eso del segundo encuentro? – ¿Con quién o de qué?... y bla bla bla…

Y así, generalmente batallamos con las personas de finanzas (para el presupuesto), de compras (para adquirir GeneXus) y con recursos humanos (para que no nos descuenten la ausencia del hotel Nikko). ¿A alguien le parece familiar este diálogo?

Por fin, llegó el miércoles cinco de noviembre y el Ing. Sergio Gazzolo en el podium del salón Constelaciones II, dio inicio con la bienvenida y una breve introducción de lo que nos depararía con la versión 8.0 de GeneXus. Nuevos horizontes de descripción con objetos, mayor productividad y cifras impresionantes con respecto a otros parámetros de países lejanos.

Después vendría nuestro animador y experto ejecutivo, Sr. Pizarro, para deleitarnos con una dinámica y amena plática sobre el panorama de GeneXus y su valor agregado por sobre muchas otras herramientas. Cabe hacer mención de la importancia en los indicadores de crecimiento económico de nuestro país y de los mismos dentro de la corporación Artech México con GeneXus. Un impresionante crecimiento del 100%. Simplemente porque cuenta con lo mejor en Humanware en sistemas: La Comunidad GeneXus, que bien lo mencionó el Ing. Gazzolo, “somos unos importantes evangelizadores de la herramienta”.

IBM estuvo presente con el e-business, liderando el nuevo concepto de “on-demand” que estuvo a cargo del Ing. Roberto Téllez. Una excelente presentación que nos abrió más el panorama de servidores para negocios y la forma en que trabajan e interactúan con GeneXus. I-series liderando una gama de máquinas listas para su explotación administrativa. Una plática amena, fructífera e ingeniosa en los slides (el que no sabía inglés, no entendió). En el despliegue humano en el salón, atentos todos, comentábamos sobre el business partner de GeneXus a esos niveles, simplemente arrogancia y excelencia en software.

Después llegó un solazado coffee break donde todos intercambiamos “tarjetitas personalizadas” (donde sobresalía el logo de GeneXus) y compartimos experiencias sobre la nueva versión 8.0. Regresamos a nuestras curules (tal cual vil diputado después de comer tacos) porque ya estaba preparada la llegada del Ing. Nava, de esta empresa que creó Windows… ¿cómo se llama? Sí, ¡Esa! Microsoft. En este slide – show, se mostró una introducción para un gran comercial sobre el impacto que Microsoft ha tenido en nuestras vidas. Y sobre, qué tanto o no, le agradeceríamos al Sr. Gates su software.

Vendrían exposiciones de los casos de éxito, donde GeneXus ha tenido el papel de protagonista principal. El mundo de estos negocios, pareciera que girara en torno a GeneXus y sus aliados. Fueron presentaciones excepcionales, casi todas, donde cada quien expuso sus experiencias, personales y de grupo, de trabajar con esta herramienta CASE, como si fuera un amor prohibido o simplemente una aventura de carretera; que finalmente dejó huella y fue muy conveniente. GeneXus envolvió, convenció y se dejó explotar por empresas como Mabe, EMI Music México y Grupo Modelo entre otras. De ésta cabe destacar la muy animada y constructivista presentación de EMI Music México. En ésta se tuvo una visión totalmente conceptual de lo que se puede administrar con GeneXus, un diseño desarrollado por El Poder de GeneXus en poco tiempo. Regalaron cd’s promocionales (la música buena no se regala) de algunos individuos o grupos que se inician por el camino de los pentagramas comerciales.

Luego de un café y galletas (que en esta ocasión existieron al mayoreo) abordaron temas donde expusieron términos que conocíamos pero ahora sí, bien explicados a detalle y con ejemplos (recordando los tiempos universitarios). Términos que fueron liderados por GeneXus Application World Wide, con conceptos y aplicaciones objetivas; Grid Computing, que consiste en trabajar mientras el otro duerme; TOC, conocido como el Total Ownership Cost y que a todos nos cuesta; IT, que en casi todos los slides apareció y que es un término que a todos nos afecta directamente, aunque no estemos conscientes; KB, knowledge base, que es nuestro principal integrante del capital intelectual (entiéndase como parte del IQ expresado en Terabytes). Y los términos que ya todos conocemos y manejamos, como GeneXus Query, GXFlow, GXPortal, GXplorer y en especial para nuestro amigo Pizarro: el GUORKFLOU, (entiéndase como Work Flow o Workflow, espero que siga practicando). En fin, así pasó el tiempo, como una hojeada a un manual de GeneXus, sin mirar el reloj.

Llegó el turno para nuestro camarada Gonzalo Echagüe, quien muy rápida, concisa y técnicamente realizó una demostración “online” sobre la versión 8.0. Simplemente más poderosa.

Pero aquí no terminaría todo, faltaban las palabras del Nostradamus del siglo XXI, un visionario del presente (el futuro nunca llegará) y un gran líder: Ing. Breogán Gonda, presidente y fundador de una de las compañías más sólidas en la rama de la Informática. Con su cátedra emprendió el tema de “Una visión de futuro” donde analizó la problemática y crisis económica que atañe al todo el planeta, comentó sobre la presencia de GeneXus en el mismo y sobre todo nos mostró los números fríos, reales y que basta compararlos para meditar poco o mucho sobre cuánto debemos y tenemos que trabajar: El auge de China y su impacto en la Tecnología Mundial. Sin más ni más, fueron números fríos, como el score de un partido deportivo con final de uno a cero. Hoy todavía el Humanware en desarrollo de software es liderado por la India, pero China se le acerca cada vez más, y el pronóstico es que, para el 2007, ya lo haya alcanzado. Mano de obra barata, calidad y nivel de vida baratos. ¿Conocerán los chinos, lo que es y representa el valor agregado? Nuestra defensa ante ellos y su sistema: Nuestro Conocimiento.

Palabras mágicas, verdades o tabúes, unos o ceros, pero ahí están. Basta con esperar al Tercer Encuentro de GeneXus en México y volveremos a compartir experiencias y opiniones.

Y finalmente, nos invitaron al cocktail de cierre acompañado de una rifa de artículos computacionales y algunas licencias. ¿Me quedo o me voy? Bueno, aprovecho el seguir compartiendo momentos fortalecidos con gente que conozco y no veía desde hace un año… platicar y convivir… y de pronto: ¡Fui nombrado como ganador de una Licencia de GeneXus 8.0! Y al momento de vaciar estas palabras en Word, sigo sin creerlo…

Mil gracias a todos los integrantes de Artech México, a los expositores, gente universitaria (y algunos de preparatoria), desarrolladores y administradores GeneXus, y en especial a todos nosotros: La Comunidad GeneXus 2003.

Nuevamente profesores y alumnos del Churchill College estuvimos presentes en este evento de tan importante tecnología mundial,

¡Humanware Everywhere!

Comentarios:

kaiserzaldivar@hotmail.com

Microsoft Office 2003 (Presentación)

PRESENTACIÓN MICROSOFT OFFICE SYSTEM 2003

Por Carlos Zaldívar

Microsoft / CompuEducación

México, D.F.

Caminamos poco. Llegamos temprano. Degustamos algunos bocadillos y tazas con café. Fueron en las oficinas de CompuEducación, en Polanco. El evento estaba programado para las nueve de la mañana, por lo que nuestra inquietud por comenzar estaba llegando. Y en punto de las nueve horas con quince minutos llegó el expositor de Microsoft.

Fue una presentación rápida, objetiva y demasiado técnica, y además bastante productiva. Conocimos las novedades del Office 2003, principalmente la Enterprise Edition, que ahora ha cambiado. Algunos cambios fueron protecciones a los archivos mediante certificados creados por los usuarios y filtrados con las claves de Passport; nuevo panel de tareas con referencias; vínculos de nuevas aplicaciones con Excel y Word; ayuda en línea con traducciones; manejo de contactos de clientes por separado en Outlook; vista de lectura rápida en Outlook; manejo de archivos en .xml dentro de Word y Excel y manipulación de éstos en la red, entre otras tantas.

También incluye herramientas totalmente nuevas como: OneNote, BizTalk, Visio, InfoPath y Business Tools para Outlook entre otros. Con las demostraciones, aunque fueron pocas, quedamos satisfechos y con ganas de tener esas herramientas, y comenzar a explotarlas. Nos ofrecieron la opción de trabajar con Windows Server 2003 y aprovechar en un cien por ciento las ventajas y noblezas de esta nueva suite de Microsoft.

Un receso. Y al mediodía terminamos con las cuestiones de las diferentes versiones y sus licenciamientos, de los cuales cabe destacar que vuelven los Upgrades en línea, con las licencias OPEN; el acceso a una versión anterior y el financiamiento, que ahora si causará cargos extras. Diferentes costos y licencias desde la versión Básica hasta la Enterprise Edition y la Académica completa.

Quedó pendiente el material para ser enviado por correo electrónico. Contestamos las evaluaciones al taller, intercambiamos opiniones y nos despedimos de Arturo, nuestro expositor de Microsoft.

Tomamos un ligero, pero muy ligero refrigerio antes de regresar a nuestro colegio. Alumnos y maestros del Churchill College, estamos y estaremos presentes en los eventos más importantes de tecnología… Humanware Everywhere!

comentarios: carlos@zaldivar.org.mx

El Deseo de la Noche (Por Ernesto Sandoval)

El Deseo de la noche
Por Ernesto Sandoval
Dedicado a Carlos Zaldívar
La semana había sido sumamente pesada; me encontraba cansado, pero de ese cansancio de tanto trabajar, físico, que agobia y fastidia; además estaba harto de tener que soportar a muchos mediocres alumnos que no aprecian el valor de mi esfuerzo al exponer mis temas.
Sentí la necesidad de tomarme un trago; hacía mucho tiempo que no bebía y realmente no era por falta de ganas, sino de tiempo. Era viernes, estaba a unas cuantas horas de terminar mis clases y ahora sí tenía tiempo para desahogarme.
Salía de mi penúltima clase, sólo me faltaba una,. Caminaba por el interminable corredor del primer piso de ese edificio; me dirigía al salón de mi última. Solamente deseaba terminar con esa labor, me repetía: una hora más… una hora más… sólo una…
Sorteaba los obstáculos que se oponían delante de mí; estas bestiezuelas que se movían de un lado a otro por ese corredor. Me proponía bajar las escaleras, cuando dentro de un grupo de alumnos, uno de ellos, uno de ésos que no faltan en una clase, ésos que se creen muy vivos, de los que hablan mucho, cuentan chistes, hacen miles de bromas a los demás, hasta dan consejos a sus condiscípulos; porque se sienten que han vivido todo, conocido todo, experimentado todo; pues uno de esos pelafustanes que se creen que valen todo porque su papá es don dinero, me preguntó:
- Oiga “Prof.” ¿Conoce el bar La Última ilusión?
- No, no lo conozco.
Fingí no conocerlo, pero en realidad había entrado ahí varias veces; en él la atmósfera es festiva y relajada; hay una excelente variedad; uno es atendido por bellas edecanes muy complacientes por cierto; pero tiene un problema es elitista, selecto y muy caro. Había dicho que no lo conocía, fingí totalmente, pero en realidad era de mis preferidos; lo dije para no parecer el bebedor que me había convertido, para disimular al profesor serio, educado y bien presentado que represento y para ellos me siguieran viendo de esa manera.
Aquel alumno que me cuestionaba, continúo:
- ¡Ah! Pues lo puede conocer “Prof.” Aquí tiene unos pases de cortesía; mi padre es el dueño. Vaya hoy por la noche hay un desfile de tangas buenísimo y con esta tarjeta le dan dos copas de cualquier vino nacional o extranjero gratis.
- Mira, esta invitación más bien parece a soborno o querrás que se refleje con tu calificación.
- ¡No, cómo cree!
- O ¿me viste la cara de borracho? – Le dije sarcásticamente
- ¡Oh! Prof. no sea así, yo no pienso que usted sea un borracho; sí se los doy es por tener un cliente más. Vaya, se va a divertir.
- Bueno, te los voy a aceptar por la curiosidad que me despierta el lugar, pero ni creas que esto se verá reflejado en tu calificación o algo por el estilo.
Mi mente y cuerpo decía: ¡Ya la hice! Yo, que soy el sediento en el desierto, encontré un oasis en donde apaciguar la furia que calmara esa sed interna que tenía.
- Vaya Prof. No se va arrepentir – volvió a decirme.
- ¿Vas a estar por ahí? – le pregunté.
- No, no lo creo, casi no puedo estar por ahí; usted sabe, últimamente la ley a caído por esos lugares y como soy menor de edad mi padre no quiere tener problemas; además, tenemos “reven” en la casa del “Edy”.
- Pues mira, quizás vaya, pero un rato, sólo por no ser descortés con los pases.
Esas cortesías me habían tranquilizado, pues el lugar a donde iría ya no era problema, ahora buscaría a alguien que me acompañara.
Salía de mi última clase, en ese momento pasó, como caído del cielo, el “Roger”, el profesor Rogelio Garduño; el buen Roger nunca decía que no a una buena guarapeta en cualquier lugar.
- ¡Roger!, - le grité desde la puerta del salón, haciendo el clásico ademán con la mano de : ven.
- Voy de prisa a la dirección – me gritó – te veo en unos quince minutos.
Estos quince minutos que son de media hora ya me los sé. Tuve que esperarlo.
Platicaba con la maestra Paty de algunas cuestiones sobre la actual política que aquejaba al país, cuando se acercó a nosotros Rogelio.
- ¡Qué pasó! – me dijo – ya nos vamos.
- Vámonos mi buen Roger. – Le respondí.
- Maestra Paty, me tendrá que disculpar, en otra ocasión terminaremos nuestra plática; el profesor Rogelio y yo tenemos un retiro espiritual con unas hermanas de la caridad en un templo que no está muy lejos de aquí.
- Sí, me imagino a que clase de templo y hermanas se refieren – sonreía burlonamente.
- Por favor maestra Paty, no piense mal de nosotros, somos incapaces de hacer algo inmoral – decía mi buen amigo Roger.
Partimos en tre risas al estacionamiento de la escuela. Subimos al auto de Rogelio, dentro del cual él me preguntó:
- Y ¿a dónde va a ser?
- ¿Ya comiste? – le pregunté.
- No, a que hora mi hermano.
- Pues dirígete a “El Mandarriazo”.
- ¡Ah! Sí a la cantina de don Pepe.
- Sí, sólo vamos a la botana, ya ves que ahí es muy buena – Roger mostraba una cara de
Satisfacción que al igual que yo, alguna vez creí que en los treintas uno ya no se emocionaba
¿Qué Crees? Conseguí unos pases para el bar La Última Ilusión.
- En serio, ¿quién te los dio? – Roger me preguntó con gesto inquisitivo.
- Un alumno, dice que su papá es el dueño.
- ¡Oye! Pero nos va a ver ahí; nos va a ver tomando y puede ser un problema para nuestra
reputación.
- ¡Uy! Ni tan buena que la tuvieras mi buen Roger.
- Bueno, pero no es conveniente tener testigos.
- Mira, este alumno no puede entrar al bar, bueno si puede, pero no creo que vaya el día de hoy.
- ¡Ah! A si está mejor.
Eran como las dos de la tarde cuando llegamos a la cantina; pedimos unas cervezas y con ellas nos sirvieron la botana. Conversamos de los últimos acontecimientos – chismes – del colegio: que si la maestra Del Castillo salía misteriosamente con el Subdirector López; que si el profesor Godínez estaba muy delgado y se le había pronosticado una extraña enfermedad; que más de una de las muchachas del colegio había salido embarazada en lo que va del ciclo escolar; Rogelio me platicaba sus últimas conquistas amorosas; yo le comentaba del inmenso trabajo que últimamente había tenido. El tiempo se consumía rápidamente al igual que las cervezas, ya era tarde y decidí que era tiempo para dirigirnos a La Última Ilusión.
- Roger, creo que ya es tiempo de emigrar.
- Espérate , nos tomamos ésta y nos vamos- ¿dónde he escuchado esas palabras?
La última cerveza fue de tres para cada quien, salimos algo felices del Mandarriazo; yo con al suficiente enrgía para pasármela bien, con el deseo de mórbido de asistir aquel bar en el que mucho me divertía. Daban las diez de la noche, la hora buena para abordar el sitio de retiro. Sin embargo, a veces surgen cosas que echan a perder un buen momento.
- Creo que no te voy a acompañar hasta el final esta vez – me afirmó Roger.
- ¡Cómo que no vas a poder! Sí siempre puedes.
- Esta vez no.
Me dijo que iba a acompañar a uno de sus hijos que tenía una excursión, a no sé que sitio lejano, para hacer una investigación de no sé que rayos; que no podía fallarle pues se lo había prometido desde hacía mucho tiempo. Se disculpó diciéndome que si le hubiera dicho un par de días antes lo habría solucionado con su esposa para que ella lo acompañara; habría sacado los siempre útiles recursos; que tenía una junta de maestros, que la reunión de la generación se adelantó, no puedo ir porque tengo exámenes y trabajos que calificar, nos dieron un curso de último momento, etc. Le creí, pues nunca y al decir nunca es que jamás había abandonado una fiesta, reunión, celebración o cualquier parranda; era de los que siempre se iba al final, de los que aguantan estoicamente a cualquier compañero en desgracia. Para reconfortarme un poco me comentó:
- No te preocupes, te voy a acompañar un par de horas.
- Es muy poco, Roger – le mencioné.
- Sí, pero cuanto tiempo más vas a estar, o te la vas a seguir hasta que aguantes. Ya no estamos para esos trotes.
- No me digas eso tú. Tú eres de los que se la sigue hasta el otro día.
- Reconozco que soy de esa clase, pero no te creas, las últimas veces me he puesto hasta el gorro, ya no la he librado muy bien, las crudas han sido tremenda; creo que aquí se aplica el dicho de “todo por servir se acaba…” y creo que le he dado un gran uso al cuerpo bebiendo demasiado.
A pesar de la reputación de tomador que se había ganado Roger, todavía tenía la responsabilidad de cualquier hombre de hogar, sin exageraciones, claro, pero aún cumplía bien sus funciones como esposo y padre de familia. No argumenté más, nos dirigíamos a La Última Ilusión.
- ¡Oye! ¿Por qué no vamos al “Coyote Cojo”?- me preguntó Roger- lo acaban de renovar y
Quedó de lujo.
- Y vamos a desperdiciar los pases, no gracias.
- Está aquí a dos minutos y para llegar a La Última Ilusión hay que cruzar la Avenida Principal que todavía en estos momentos tiene mucho tráfico, nos vamos a tardar más tiempo.
- Lo que pasa que el “Coyote” te queda de paso y es más fácil para ti, para llegar a tu casa.
- Aún así, el lugar está muy bien.
- Por cierto, me dijeron que entra todo tipo de gente en ese lugar – le comenté ingenuamente.
- ¡Te dijeron! ¡Sí ya has entrado!
- Pero no me gustó.
- Mira, es nueva administración, el lugar quedó muy bien y hay unas chicas…¡sabrosas!
- No me convences Roger – movía la cabeza negando.
- Yo pago una botella del ron que te gusta.
- Se pone interesante.
No acababa de decir esto, cuando ya estaba estacionado el auto en el “Coyote”.
- ¡Oye no! – le reclamé – todavía no me convences.
- Pues ya estamos aquí.
Apagó el auto y sin que yo pudiera decirle algo bajó de él. No tuve otro remedio que seguirlo.
- Te pasas “pinche” Roger.
- Te va a gustar ¡hombre! – me lo decía cínicamente.
- Pues ya que puedo hacer, así a la mala…
Entramos al lugar que en efecto había cambiado. El coyote era un lugar para todo tipo de personas, lo mismo entraban los obreros de las fábricas que abundaban en la ciudad, choferes, traileros, maestros albañiles con sus chalanes, empleados de oficinas, vendedores que cerraban sus negocios ahí, ingenieros y hasta uno que otro ejecutivo que también disfrutaba esa clase de antros.
Nos sentamos en una mesa al fondo del lugar, casi pegada a la pista de baile; de inmediato se acercó un mesero con la carta de los vinos preguntándonos si deseábamos ordenar algo.
- Tráenos el mejor ron que tengas – contestó Roger sin mirar la carta.
- Inmediatamente – nos contestó el mesero.
Un grupo tocaba música de todo género bailable, los parroquianos del lugar, como lo había comentado eran de lo más diverso; aun lado nuestro un grupo de cuatro sujetos se sentaba haciendo ronda a uno de ellos, quizás era el maestro; eran mecánicos, las manos llenas de esa grasa obscura que parece nunca se les cae los delataba; a otro costado estaban tres empleadillos, sus trajes baratos delataban su oficio, más borrachos que cualquiera de los que estábamos ahí, argumentando quien trabajaba menos, quien cobraba más, quien era el de las mejores transas, casi gritaban; se les escuchaba en todas las mesas cercanas. Frente a nosotros un bebedor solitario de estilo elegante, cincuentón, de esos que parecen saber lo que quiere; en otro lado varios jóvenes que parecían universitarios por su vestimenta y forma de hablar; en fin, varias raleas se juntaban en el lugar.
A pesar de todo y todos, realmente uno se la pasaba bien. Las chicas que pululaban en ese bar se nos presentaban a cada momento, solicitándonos que si les invitábamos un trago o si no queríamos bailar con ellas o a sentarse con nosotros para acompañarnos. Roger estaba deseoso; no obstante, la inquietud de que se tenía que ir en cualquier momento lo detuvo por solicitar la presencia de alguno bella dama.
Bebíamos y comentábamos; Roger me hablaba sobre algunos cursos que estaba tomando, los cuales no se impartían en la escuela donde laborábamos, tenía que ir a un centro lejano y le costaban muy caros; yo le mencionaba que el trabajo me estaba matando pues trabajaba en dos instituciones, además daba clases particulares y los fines de semana asistía a un diplomado. Ésa era el tipo de charla que sosteníamos; sin embargo, las palabras ya no salían fluidas, las ideas eran pesadas, el alcohol había provocado su efecto.
- Ya me tengo que ir – dijo Roger pesadamente.
- Bien, te vas pero hasta que se termine la botella- le contesté
- No seas gacho, me tengo que levantar temprano.
- Roger, me vas a dejar colgado.
- Te lo había dicho desde antes.
- Está bien, no te detengo…
Se despidió de mí; salió rápido como quien se fastidia de una fiesta y ya no quiere estar, no era su caso, porque sabía que se quería quedar y como algo en mi interior sabía que no debía desviarlo de su propósito de acampañar a su hijo; no tuve mayor remedio que dejarlo ir.
Tres copas me tomé para que se terminara la botella, el mesero presto, se me acercó diciendo si se me ofrecía otra cosa; le dije que me trajera otra botella igual. La noche era joven para mí, tenía sed y habría que calmarla.
Solo, en mi mesa, esperando que ocurriera algo sin saber que; escuchaba la conversación de lso sujetos de mi alrededor. En la mesa de los mecánicos, el más avezado en esas lides que al parecer era su jefe; les decía:
- No mis chavos, para afloje el puerquesito una “lady” hay que saberla trabajar.
- Pues que se vea mi “Mai” Aguilar – decía uno de ellos con una avidez con la que se quiere aprender algo que a uno le interesa.
- Miren, lo primero que hay que hacer es no verse que vas sobres. Hay que darle chance de que confíen en uno, que vean que hay estilo, que hay categoría.
- ¡Chale! “Mai”pues de donde nos va salir eso. Con estas garras y estas jetas – se señalaba hacia sí mismo y a sus compañeros.
- Lo segundo que tienen que aprender es que el rollo mareador es el que las envuelve, no hay que ser tan carita ni andar con buenos trapos; mientras andes limpio y tengas lo más importante: ¡billete! Con que sostener, no hay bronca mis chavos.
- ¡Órale! “Mai”, pues “haistán” tres nenas bien puestas – le sugirió otro de ellos – siéntelas aquí en nuestra mesa.
- Fíjense como se hace – el maestro mecánico les invitó una copa, con la mayor cortesía de la que era capaz; pero las chicas de ese y otros bares, como bien lo decía el maestro Aguilar, se sientan con cualquiera que traiga dinero para invitarles un trago o para sacarlas a bailar; que lo de ser guapo y bien portado casi sale sobrando.
Las chicas se sentaron advirtiéndoles que les iban a cobrar por terminarse con ellos la botella de brandy que había sobre la mesa; así comenzaron a platicar y a bailar; yo me divertía con ese cuadro; fui al baño cuando el maestro Aguilar sostenía una discusión en tono de guasa con una de ellas.
- ¡Son falsas! – Aguilar le decía a una de las mujeres.
- ¡Cómo crees! – le decía la mujer entre risas.
- Han de ser operadas – continuó Aguilar, aludiendo sus senos.
- ¡No! Estás loco, como van a ser operadas – soltando una carcajada que hizo que voltearan sus compañeras.
- Pues las tienes muy grandes para ser naturales – seguía diciéndole Aguilar.
Estaban en esa discusión cuando iba al sanitario. No me había dado cuenta que tan mareado estaba hasta que me paré de la silla; creo iba zigzagueando, pero recompuse el paso, me sostuve firme. Al regresar Aguilar tenía la situación controlada, su propósito lo habñia conseguido, la chica con quien discutía mostraba uno de sus senos, Aguilar le decía:
- Déjame ver… -acariciaba el seno de la mujer, sus lujuriosos ojos inspeccionaban el seno redondo y voluptuoso – No lo sé, creo sí son operados, o tú ¿cómo lo ves “Agus”?
- A ver – el Agus se acercó para dar su diagnóstico, tomando el seno de la mujer que ni se inmutaba.
- Ya ven como si son naturalitos – reparó la mujer.
- ¡No! – dijo Aguilar – tengo que ver el otro, éste se ve bien pero tenemos que ver los dos. – la mujer entre risas y la mirada atenta de aquellos hombres, mostró el otro seno.
- A ver que opinan de éste – decía la mujer burlona.
- Se ve natural – le decía Aguilar mientras manoseaba el otro seno – creo que si son naturales. A ver mi “Rafa”, venga a dar su veredicto, diga si son o no son.
Continuaron tomando, bailando, discutiendo, manoseando… Así son este tipo de lugares, a los que me había aficionado ya sea por tomar un trago, por no sentirme solo, por platicar con alguien, distracción, no lo sé.
Ya bebía el final de mi botella, casi me disponía a salir de aquel bar, cuando, de pronto, surgió de entre la gente que bailaba en la pista, como de entre bruma de un paisaje místico,
De entre un haz de luces, de la espesura de la música a ritmo de salsa; caminando orgullosa, altiva, con gracia y elegancia; una mujer que creí haberla visto en alguno de mis sueños enturbiados de deseo. No lo dudé, no repararé en preguntarme, sólo fue la mágica atracción de un macho en celo por la leonesa figura de la dama que aparecía ante mí. Me puse de pie, camine dos o tres pasos para ponerme exactamente enfrente de ella, para obstaculizarle el paso, y decirle: aquí estoy, te estuve esperando toda la noche, creo que valió la pena la espera, siéntate junto a mí y disfrutemos en este lugar, en esta noche, todo el sentimiento que había estado estancado para derrocharlo en ti. Claro que no se lo dije, pero en mi mente en verdad pasó todo este cúmulo de ideas que en ese momento descargué.
- ¿Te puedo invitar algo? – le pregunté con la mirada y el gesto que pondría cualquier galán de película de Holliwood; aunque que yo sólo llegaba a galán de un bar de segunda. Pero estaba decidido, creí tener todo el temple necesario para invitar a tan elegante dama.
- Por supuesto, mi amor lo que tu quieras- me dijo; en ese enstante sentí latir mi corazón, senos sentamos en mi mesa y con aire de no decepcionar a mi dama le pregunté:
- ¿Qué quieres tomar coñac, champaña, lo que quieras?
- ¿Qué estás tomando? – me preguntó delicadamente
- Estoy tomando ron.
- No te preocupes, tomaremos ron.
- Pero ya se me acabó la botella; podemos pedir lo que tú gustes- le dije con un tono muy sugerente.
- ¡Mira! Del ron que estás tomando es bueno – levantó la botella que tenía, estaba caso vacía – pide otra igual.
- No te importa tomar ron- le dije incrédulo- creo que alguien como tú bebe otra clase de vino.
- ¡No importa! El vino es lo menos cuando se está con alguien como tú, -esta vez sentí mis piernas doblarse; me decía a mi mismo, que tengo, quizás el ponerme borracho me hace atractivo para alguna clase de mujeres, es un instinto salvaje de pronto brota dentro de mí y aflora en todo mi exterior provocando una reacción química de “sex appeal”. No, más bien estaba de suerte y pretendía aprovecharme de esa suerte y de ese momento.
- Pues pidamos otra botella de ron- dije, levante la mano para ordenar al mesero – otra botella del mismo, por favor.-el cuerpo lo sentía ensanchado, me sentía enorme, puse mi mejor tono de voz y le pregunté- Por cierto ¿cómo te llamas?.
- Desiré- contestó cachondamente; su voz sonaba un poco gruesa, ronca más bien, pero ésa era el tipo de voz que me seducía.
- Desiré… Desiré… suena interesante – afirmé – en inglés esa misma palabra significa “deseo”; claro se pronuncia diferente.
- Sí, así es, creo que el mío es en francés-me lo decía con una sonrisa coqueta.
Si alguna vez deseé a una acompañante, el sueño esta vez se me había cumplido, ya estaba aquí; tenía un deseo a mi lado, con toda la ventaja a mi favor, pues le gustaba. Era raro encontrarse a una persona dotada con ciertas facultades intelectuales, nada para presumir, pero para ese lugar y las circunstancias era extraordinaria. Tenía, además lo que se necesita para una buena conversación sabía escuchar y hacer comentario oportuno cuando era debido; su discurso sonaba como de reflexión y experiencia que me agradaba, pues no solía ser pesado o aburrido. Hablamos sobre la política y nuestro presidente; de la pasión que nos despertaban los deportes, a mí me gustaba el béisbol a ella la natación; sobre cuales eran nuestras pinturas preferidas; la música que nos gustaba, curiosamente a ella como a mí nos gustaba el rock hablamos sobre varios grupos; ella prefería a grupos legendarios ingleses. Todo el bullicio que reventaba en aquel bar se había escapado, ya no lo sentía, ese ángel disipaba todo a su alrededor.
Aquella resultó una conversación de lo más variada y amena; disfruté cada parte, pues no discutíamos sino aportábamos cada quien algo al tema en cuestión. Debimos haber platicado unas tres horas, no recuerdo a que hora de la madrugada sería, pero ya sentía mucha pesadez en la cabeza; por lo que, antes de que la memoria o el cuerpo me traicionara le sugerí una franca y sincera invitación a mi departamento, pensé que no tendría éxito; sin embargo, me dio un definitivo “sí”, que casi me pellizco por sentir que soñaba. Pagué la cuenta. Le di al mesero una buena propina y le dije que me pidiera un taxi; salimos del lugar no sin que antes ella arreglara su situación en el lugar; casi era la hora de cerrar.
En el taxi el conductor me hacía ciertos ademanes por el espejo retrovisor que no pude entender; le pregunté si se le ofrecía algo, pensé que estaba tomado o algo así; no obstante, me dijo que no.
Subíamos las escaleras hacia mi departamento, aún no daba crédito que ese bombón estuviera conmigo subiendo la escalera al cielo; creo que solamente en mis sueños guajiros me podía suceder. Sin embargo, ella iba con aire resuelto de quererlo también, de sentir que mi presencia le agradaba, incluso creo que hasta me disfrutaba.
Ya adentro, estaba a punto de invitarle un trago cuando sin más ni más se me arrojó dándome un beso.
- Mejor vamos a ponernos cómodos – me sugirió ella – creo que ambos sabemos a lo que venimos, ¿no te parece?
- Por supuesto – afirmé yo – sólo déjame poner algo de musica.
Tenía un disco compacto que había grabado para una ocasión de esa naturaleza; lo llamaba el “disco prohibido” con música de la que a mí me excitaba, algo de Dire Strais, Gary Moore,Santana, etc. Esta es música, pensé, entonces decidí no dar tregua, de inmediato entramos en la recamara, pensé en encender la luz, pero ella no me dejó, también me atrapó como un tigre a su presa, los dos nos desatamos en una pasión desenfrenada de deseo.
Los rayos del sol daban en la ventana de la recamara, lentamente fui abriendo los ojos, de inmediato sentí la cabeza pesada, así como abría los ojos el dolor de cabeza subía de intensidad, la resaca, pensé; no me importaba pues después de lo ocurrido ni el dolor de cabeza podría mitigar la absoluta felicidad que me provocó mi “deseo”. Giré la cabeza para ver a Desiré, no estaba, se había levantado; se estaba duchando, traté de incorporarme; quise agarrar el reloj despertador que estaba sobre la cómoda y lo tiré.
- Ya despertaste- me gritó Desiré desde el baño.
- Sí- respondí
Me senté en la cama, intenté relajarme, moviendo la cabeza y los brazos; en ese instante Desiré salió rápidamente del baño; la escena fue impactante, un golpe me sacudió de súbito; no podía dar crédito a lo que veían mis ojos; ésa era Desiré. No pude decir una palabra; ella me miró y se sorprendió.
- Te sientes bien – me dijo – te ves pálido, seguramente tienes una resaca muy fuerte.
No, respondí; quede atónito, ésa era su voz, pero que había pasado con su cuerpo; parece que nos habíamos dormido y el sueño de ella había durado más que el mío, treinta y cinco años más supongo; era una anciana.
¡No puede ser! El cabello la ropa era la misma; sin embargo, su cuerpo no era el mismo, su piel y rostro habían cambiado; no le pude decir nada, que podía decir. Sólo se pintó los labios en el tocador y me dijo:
- Anoche estuvo muy bien… excelente diría. ¿tú que opinas?
- Bien –fue lo único que pude articular. Ella tenía prisa o sabía lo que iba a pasar.
- ¿Nos veremos en otra ocasión? Supongo.
- Sí.
- Mira, te dejo mi número telefónico – lo había apuntado en un pedazo de papel – me puedes llamar o si vas al bar mejor aún.
- Sí.
- Bueno nos vemos – me dio un beso en la mejilla rápidamente sin que pudiera hacer o decir algo más. Abrió la puerta y se fue.
No había salido de mi asombro, no podía creer lo que le pasó a ese ser angelical que había visto anoche; la mujer que despertó pasión, desenfreno, el deseo, tanto intelectual como físico no podía ser ella. Aquella Aura no había pasado sobre mí. Moví fuertemente la cabeza de un lado a otro tratando de recobrarme y decir que no era cierto, que era una pesadilla que estaban jugando conmigo; esperé desde la venta na de mi departamento que ella pasara para comprobar que la cruda me había hecho ver ese espejismo. Estaba atento con los ojos bien abiertos, pasó, clavé mis ojos en ella y me desplomé sobre el piso de la recamara. Era una anciana.
Ernesto Sandoval Licona
Noviembre de 2003.