REGINA ELIZABETH
A Great Gig In The Sky
Por Carlos Zaldívar
Es prodigioso el hecho de crear y recrear en la mente teorías sobre el origen del hombre. Lo que sin duda es irrefutable es el nacimiento de un nuevo ser, un ser humano que comenzó a vivir sus primeros días en el vientre de una mujer, una madre. Nacer, vivir, reproducirse y morir. Biológicamente es fácil comprender la anterior definición de nuestra existencia en el universo, pero ¿Y el alma, el espíritu, y el objetivo concreto de nuestra misión a cumplir? Podría explayarme en buscar las respuestas y seguramente no concluiré con leyes, sutilezas, ni sofismas. Lo que sí es seguro es que La Naturaleza tiene las respuestas y no a todos se las da.
Para los que somos padres es bien sabido que un hijo es una bendición para la familia, nuestra familia. Y no podemos ser exigentes en pedir en específico el sexo de nuestro hijo, un niño o una niña. Meras trivialidades. Debemos aceptar y prepararnos porque La Naturaleza nos manda a quien necesitamos, quien nos va a sacar adelante en nuestros proyectos de vida, a ese pequeño ser que llenará de alegría nuestro seno amoroso. Planeamos vivir un embarazo con el sentimiento de la sorpresa y el ímpetu de saber los deseos de la Naturaleza, y esperar al nacimiento; y así evitar caer en el materialismo de saber con anticipación, comprar y consumir, de ir en contra de la naturaleza. Decidimos prepararnos para tal acontecimiento y vivir plenamente esta espera.
Así, y a pesar de mi escepticismo, asistimos al curso psicoprofiláctico instaurado por mi tía Monique y Maica en el Hospital Mariajosé. Un curso sabatino que tropezaría con otras actividades que debimos interrumpir. Aquí continuaría nuestra fantástica aventura de preparación para recibir a nuestro bebé.
De entrada, un curso impartido por un dúo de mujeres totalmente aptas para trabajar en equipo: una objetiva otra subjetiva, nuestras guías y maestras ideales para tal acontecimiento: las Doulas perfectas.
Un curso lleno de pláticas, ejercicios, videos y experiencias compartidas por parejas; mismas que aseguran que el acontecimiento que vivieron, de recibir a un hijo, es un evento fantástico, increíble e inimaginable. Lo dudaba. El ser humano es la máquina perfecta, diseñada por la Naturaleza y para que respete a la naturaleza, salvo casos de extrema necesidad donde puede intervenir un bisturí. Una máquina a la que se le trata de igualar, y que podrá ser por un solo detalle: la esencia humana del alma y el espíritu, el de que una parte pueda llevar en su vientre a otro ser humano, otra alma, otro espíritu.
Un embarazo al estilo Platónico, sobre ideas y pensamientos, sobre la tendencia a la perfección y el poder ser virtuosos, vivir con la esperanza... que pronto llegaría.
La cohesión entre los integrantes del curso fue importante e hicimos partícipes a nuestros hijos, niños y niñas. A veces le hablábamos de Él (¿Y si es niña?), y otras de Ella (¿Y si era niño?), pero siempre tomándolo en cuenta. Por esto nos prepararon en todos los sentidos, quitando mitos, leyendas y hasta tabúes sobre los nacimientos, los embarazos y “lo que la gente dice”, educándonos como padres y como futuros alumnos de nuestros hijos.
Todo nuestro embarazo fue enfocado a un parto natural, y se nos recomendó el parto acuático, mismo que nos mostraron por videos y pláticas, pero quedamos inmersos en una laguna de faltantes. Así que no decidimos en tal momento y seguimos preparándonos. El aprendizaje significativo estuvo siempre en todas las clases, caso opuesto, nos hubiéramos retirado del curso.
A la par del curso estuvo la búsqueda del hospital perfecto, que nos permitiera realizar el parto lo más natural y acorde a nuestras peticiones, y casi ninguno lo cumplió, pero esta es otra historia.
Al final del curso se nos pidió que entregáramos la hoja con nuestra opinión, misma que nos negamos a hacerlo. Creo que se nos pidió por protocolo y la hubiéramos contestado también por protocolo. Hoy, el testimonio del curso, sus expectativas y del mismo nacimiento... son las presentes líneas.
Tras un breve lapso, llegó la semana treinta y ocho, y a partir de ese momento nuestro bebé estaba listo por llegar, sólo debíamos esperar a que Él lo quisiera así. “Los bebés deben nacer cuando ellos quieren, no cuando el doctor lo quiera..”, frase que tomamos mucho en cuenta y por consiguiente siempre le comentamos a nuestro bebé: “Nace cuando estés listo y quieras... hijo(a)” Así lo esperábamos.
Treinta y ocho, treinta y nueve y cuarenta. Tres semanas de intensos nervios y de ganas ya de tenerlo(a) en nuestros brazos. Y así llegamos a la semana cuarenta y uno, el último jueves del mes de junio. Este día, nuestro bebé inició sus avisos de que ya pronto llegaría.
Terminando el ocaso de ese jueves, ya estábamos todos listos, acompañados de mi tía Monique, nuestra Doula elegida, y del Dr. José Luis Larios, nuestro amigo ginecólogo. Ese mismo día decidimos que fuera un parto acuático, que era lo único faltante para considerarse “el parto perfecto”.
Entradas las primeras horas del viernes veintisiete, estábamos más que listos, emocionados y en espera. El transcurso Platónico llegaba a su fin e iniciaba el Aristotélico, el real, el de plasmar las ideas con actos. Nuestro hijo estaba por arribar.
El trabajo de parto fue tranquilo porque así lo quisimos, así fuimos preparados, a nuestro gusto, y hasta con música de fondo, desde Jethro Tull (aqualung, obviamente), Mark Knopfler, Gary Moore, Led Zeppelin, Frank Zappa, pasando por Música instrumental de yoga, flautas y relajación, continuando con ELP, Yanni, Alan Parsons, Deep Purple y Peter Murphy hasta llegar a Pink Floyd (A Great Gig In The Sky, por supuesto). También comimos, bebimos, bromeamos, reímos, y nos apoyamos durante todo el trabajo. Nuestro bebé ya estaba en el agua, ¡listo por nacer!
Los esfuerzos de mi esposa fueron tremendos, fuertes y a la vez demasiado gratos. Quedamos atónitos a la voz del doctor: “¡Ese es el cabello del bebé!” Y a partir de este momento seguimos con mucho detenimiento el evento. Le delegué el control de la videocámara a mi tía, la música de Pink Floyd estaba en pleno apogeo, a un lado estaba en espera el pediatra y una enfermera, y fuera del módulo acuático, todo estaba listo para cualquier imprevisto.
Seguimos con los esfuerzos. El agua estaba a temperatura perfecta, el hábitat del bebé era el mismo. Empezaba la coronación y su pequeña cabeza también hacía esfuerzos por salir. “¡Ya quiero estar con ustedes!”, pensábamos que decía nuestro bebé. Cronos, afortunadamente, no se detiene, y segundo tras segundo vibramos de emoción, la adrenalina se impactaba con nuestras hormonas y nuestros sentidos enloquecieron por un segundo... su cabecita ya estaba fuera de mamá y seguía sumergida en el agua, faltaba tan sólo un esfuerzo más... uno sólo. Y al llegar las manecillas a las tres horas con quince minutos, y tras una eterna salida del agua, llegó una Niña a los brazos de Mamá y Papá. ¡Nuestra Hija!.
Ahora si lo comprobé, el parto en agua y el que la naturaleza nos haya permitido la perfección en el nacimiento es la aventura más fantástica y maravillosa que pueda un ser humano vivir. Esta fue una experiencia más, después de vivir dos similares pero muy diferentes, hace nueve y diez años.
Ésta es el legado del planeta Tierra, motivo suficiente para continuar aquí.
Y si alguna vez le vendí mi alma al Diablo, y gastarme el dinero, hoy se la tengo que comprar; después de escuchar el evangelio de Motörhead, de presenciar a Rush, de estar frente a Dio y los de Sabbath, de compartir experiencias con Ozzy y de gritar con Eddie y Maiden; de viajar y vivir experiencias increíbles... La Naturaleza ya tenía permiso de recoger mi alma; pero ahora: ¡que se espere! Hoy hay una razón más (y son tres) para seguir compartiendo mis experiencias y enseñanzas con ellos. Esta aventura es realmente superior a muchas otras; de sentimientos inexplicables y mutaciones espirituales increíbles. Que razón tienen Gilmour y Waters: “¡A Great Gig In The Sky!”
Con demasiado amor, a nuestra hija adorada: Regina. Un agradecimiento profundo y con mucho cariño a nuestra tía Monique. Mil gracias a Maica por su entusiasmo y carisma; al Dr. Fernando Vélez por sus atenciones; y un increíble y especial reconocimiento al Dr. José Luis Larios por su dedicación, comprensión, ayuda e impulsos para que toda esta aventura fuera perfecta. Y finalmente notar las gentilezas de la Lic. Efigenia Zúñiga, por las facilidades otorgadas.
A la Naturaleza y los Patrones del Universo, para que nos ilumine en el largo trayecto de nuestra vida, y podamos brindarle lo mejor a nuestra hija y a mis hijos, a cambio de salud, valores y virtudes.
Papá
Junio 28, 2003
2 comments:
No mams k chingòn texto... aunk mi experiencia como papá(ya tengo una nena) ha sido muy diferente a la tuya, crèeme k la llevo en el alma. Para mì, haber visto nacer a mi hija (via cesàrea)ha sido lo màs grande que me ha pasado. Y mira que he vivido cada cosa... en fin:gracias a ti yu a todos por su buena vibra, y ojalà que Dios nos permita seguir disfrutando la aventura cotidiana en compañìa de lo mejor que tenemos: nuestros hijos.
Hola Carlos,
Hace 8 años Maica y Monique fueron mis doulas en el parto de mi hijo, en el Maria Jose, ahora me encuentro embarazada y en el hospital ya no saben de ellas, ojala me puedas facilitar el no. telefonico de cualquiera de las dos ya que me gustaria repetir la experiencia.
Te dejo mi correo es lgarcia8002@yahoo.com, por fa me encantaria volverlas a ver.
Saludos,
Lou, mama de Andreo.
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