Rush - Octubre 2002


R U S H

EL PRISMA CANADIENSE

Por Carlos Zaldívar

En la mitad de la década de los setenta, inicié el vuelo. Un vuelo en una noche interminable. Un vuelo por el progresivo. Reinaba un azul nocturno, profundo y la inquietante mirada del búho frente a la mía: Fly By Night estaba en mis manos. Un concepto creativo, innovador y genial, tanto musical, artística e imaginativamente. El país de la hoja de maple, había enviado a sus emisarios del progresivo a recorrer el mundo.

Los teclados y guitarra de Geddy, el bajo de Alex y las percusiones de Neil, quienes iniciaron esta misión evangélica de propagar el progresivo por el mundo, llegaron a México. Un sueño que lustros atrás, tuvimos los fans de ese prisma canadiense; en que algún día se dejaran “Rolar los Huesos” por estas tierras. Era casi imposible. Sólo soñábamos.

La separación temporal llegó y el análisis y la reconciliación de cada elemento de ese prisma, marcó la pauta para la continuación de tal misión. Sabíamos que después de recorrer los “Hemisferios” del planeta, pisarían suelo azteca. “Vapor Trails” daba “Señales” de un tour que al asomarse por las “Ventanas Poderosas” indicaban este destino.

Twain no lo hubiera escrito, ni Verne se lo hubiera imaginado: Treinta mil almas apostólicas del progresivo en el foro sol, los emisarios canadienses, los efectos audiovisuales, tres secadoras de lavandería... y el gran inicio con Tom Sawyer. El viaje apenas nacía, a una distancia de casi treinta años. El “Maestro” Neil Peart mostraba los comprobantes, constancias y sellos de ser el “mejor baterista del planeta”.

Aterrizaron rolas que indiscutiblemente fueron toda una “Retrospectiva” progresista. “A New World Man”, “Red Alert” y otras del “Vapor Trails” como “Secret Thoughts” y “Ghost Rider”. Prosiguieron a este viaje mágico y coherente con la realidad, “YYZ”, “Closer to the Heart”, “Spirit of the Radio”, “Roll the Bones”, “Resist” y obviamente el majestuoso solo de batería del “Maestro”. En ese momento, ipsofacto, nuestros sentidos quedaron impactados y asombrados de las maniobras de Peart en esa batería giratoria que cobró vida. Alabanzas y gratitudes eran recíprocas en esa cátedra de percusiones. Nuestro cerebro almacenaba el hecho histórico.

Lee mostró su poco español con “Gracias, Gracias”, pero su potencial en las cuerdas y en los teclados sobrepasaba cualquier lenguaje nativo en el planeta; él habla un lenguaje universal, el que además de entenderlo... lo sentimos: RUSH vive en nosotros. Pero tres horas como partícipes en una misa progresiva, no fueron suficientes para escuchar y sentir a todo “Vapor” lo que Rush quiso ofrecernos. “Subdivisions” no apareció, pero tras semejante comunión, adquirimos limpieza y pureza. Después, sólo con “Different Stages”, “A Show of Hands”, “Signals” o cualquier otro álbum bajo la almohada podríamos conciliar el sueño. Yo, simplemente con “Fly by Night”. Esa noche del cinco de octubre fue inolvidable, porque también fueron conmigo Carlos y Rick, quienes a su corta edad, ya conocieron al “Mejor Baterista del Mundo”. Ahora... sólo les falta conocer a Dios, en persona.

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