Motörhead.



MOTÖRHEAD
Un Gran Orgasmo… para México.
Por Carlos Zaldívar
Hoy… mi siniestra alma se encuentra nuevamente en calma. Después de veinticinco largos años, el trío cabalgante en ese monstruo metálico, se descolgó del "bombardero" directamente en la populosa ciudad de México. Los sacerdotes y poetas de la religión del Metal hicieron presencia en el Templo del Hard Rock Live en punto de las diez horas nocturnas.
El representante de esta filosofía inglesa, Lemmy Kilmister (voz y bajo), lidera a una de las más grandes sectas de Headbangers en todo el planeta. Comparte este sacramento con Mikkey Dee (batería) y Phil Campbell (guitarra) quienes además, arremeten con todos los decibeles posibles para acompañar la exquisita y gruesa voz de Lemmy.
El elitismo estuvo presente en el recinto de Polanco de esta ciudad, llenado al máximo, aclamando el nombre de "Lemmy" y "Motörhead" decenas de veces.
La primera descarga fue con "Bomber" y a partir de aquí desconozco un momento de tranquilidad, tanto para el slam como para los headbangers aledaños.
El tiempo es imposible de detenerlo y aún recuerdo el inicio de Motörhead y la evolución de la banda. Ahora, Lemmy cuenta con más agresividad y potencia. Ha sido, y es, el maestro para muchos músicos y headbangers. Parece que la edad no tiene precio al escuchar su inmensa voz y su corpulencia erguida y maquiavélica. Y parecería que sí tiene precio al observar su escasa pero larga cabellera. Pero finalmente la misión de este monje, hijo bastardo (hijo de Zeus y de Euterpe) se centra en continuar el legado que él mismo inicio hace cinco lustros.
El evangelio fue largo, conteniendo las sagradas rolas de "I´m So Bad", "Civil War", Over Your Shoulder", "Sacrifice", "Born to Raise Hell", el cover de Las Pistolas Sexuales "God Save The Queen" y más. Mención honorífica y una breve inclinación (más bien, extensa) merecieron "Iron Fist", que nos recordó aquel inicio de la década de los ochenta y nos puso a examinar cautelosamente la neblina que ondea dentro de nuestros hemisferios cerebrales. Con este puñetazo de hierro todos los headbangers prendimos la mecha de nuestra alma, quien escapó por escasos momentos y contempló el nivel de sanidad o de locura de cada uno de nosotros. Bajó nuevamente y nos consagró al terminar "Iron Fist". Y no faltaba la lenta pero muy densa "Orgasmatron" que desde el inició provocó la posesión de nuestros cuerpos para que nuestro cerebro fuera penetrado por esa poderosa batería de Dee. Ahora "Orgasmatron" está más densa, y por ende su disfrute siempre estará acompañado por descargas metálicas. "Ace of Spades" hizo su aparición y el slam pisó el acelerador a fondo. Headbangers rodaron sobre cabezas y terminaron frente a los pies de Lemmy y Phil. Incluyeron la rola "Going to Mexico", que originalmente se llama "Going to Brazil", pero dadas las circunstancias y el increíble recibimiento por parte de nosotros, cambiaron el título y los coros. Mil gracias Lemmy. Finalmente para cerrar con broche, no sólo de oro, sino también de plutonio y uranio, ofrecieron un sermón que llevó por título "Overkill", una de las más grandes obras maestras de Motörhead.
Al finalizar la sagrada comunión, los decibeles todavía retumbaban en nuestros oídos. Las palabras saldrían sobrando y seguramente ni Zeus podría explicar el acontecimiento de su hijo.
Ahora sólo nos queda contemplar las manecillas del reloj, o los diminutos granos de arena del inmenso reloj que echó a andar Lemmy, al prometer su pronto retorno a esta gran urbe del Monstruo Metálico: MOTÖRHEAD.
Muy pocos conciertos han dejado huella en la última década, pero éste merece una medalla al mérito alcanzado.
Y así La Naturaleza impidió la transferencia de mi alma por el Ángel de las Tinieblas. Mi alma, aún no está lista.
Este corto homenaje a Motörhead está dedicado a dos futuros Headbangers, (si la misma Naturaleza no decide lo contrario), quienes apenas están programando sus decibeles espirituales: Carlos y Rick.
Mayo de 2000

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