No sé: La Tecla Faltante

NO SÉ

Por Carlos Zaldívar

La desesperación, la intriga, la curiosidad, el coraje, la sorpresa y el miedo son sólo algunos de los sentimientos que nos pueden invadir en cuerpo y alma en tan sólo un segundo.

Los que estamos inmersos en el mundo de la información, con las computadoras y equipos similares somos vulnerables a aquellos sentimientos.

Si somos principiantes y estamos instalando la versión noventa y cinco o la noventa y ocho de Microsoft Windows; que no nos sorprenda sin en algún momento la computadora nos pida que insertemos el diskette para la configuración del monitor, ya que el archivo que necesita no se encuentra o no lo reconoce. En ese momento sólo tenemos dos opciones: Continuar o Cancelar, pero si no, ¿qué hacemos?

Cuando instalamos por primera vez el Explorador de Internet de Microsoft, (que según Telmex es muy sencillo) entonces nos piden claves, nombres de no sé que fulanos, contraseñas o passwords, marcas y velocidades de unos aparatitos para conectarme al teléfono, y otras cosas más; y entonces por arte de magia aparece en la pantalla un cuadro de diálogo y nos presenta dos opciones: Aceptar o Cancelar.

También cuando realizamos una transacción super y recontra segura por Internet (cuando compro cd´s) y aparece el tan aclamado cuadro de diálogo, pero esta vez indica que se ha efectuado una operación no válida, y para colmo sólo me da una opción: Aceptar. Y después de milésimas de segundo, se cierra la aplicación y pierdo mi "shopping cart" (y a veces la cabeza) y a comenzar de nuevo, pero esta vez sin la opción de "operación segura" y voy a "standard".

Cuando instalamos el Outlook de Microsoft y nos pide más nombres y referencias y sólo vemos que parecen nombres de niños de otro planeta; y que únicamente el agente Mulder conociera... y entonces: Aceptar o Cancelar.

Pero también está el cuadro de diálogo de: Sí o No.

Al momento de bajar archivos de la Red, los podemos abrir o guardar en disco. Operación muy sencilla, pero cuando terminamos de almacenar el archivo y lo queremos ejecutar, nos damos cuenta que falta software, que no contamos con otros archivos requeridos, que el monitor no tiene capacidad, que no tenemos el dichoso CD-ROM, o que no somos del agrado de la computadora y simplemente aparece el adorado cuadro, para que finalmente nos pregunte: Sí o No.

Estamos instalando un Fax-Modem, que según el vendedor es sencillísima su instalación. Pero le perdemos credibilidad cuando en la pantalla, y frente a nuestras narices aparece el poco menos esperado mensaje que nos da dos opciones: Sí o No.

Imagínense al instalar Oracle, Adam, Java, o el famoso Genexus, que últimamente lo he recordado infinidad de minutos. Imagino (porque no soy experto) que Genexus ha de ser cosa de infantes. Siempre y cuando no aparezca frente a nosotros: Sí o No.

Realmente las computadoras piensan que todos somos hijos de Gates o sobrinos de Norton, y por tal motivo es el contenido de dichos mensajes.

Y el meollo de estas líneas es que como no sobrepasamos el rango de los 150 (I.Q.) y tampoco hacemos extraordinarios actos como Moisés; y rogamos al señor y a toda la corte celestial del porqué no existe otra opción en tales cuadros de diálogo que diga "NO SÉ".

Imagínense el cambio tan radical para Gates, Norton, Wirth o Jobs, para que en la pantalla aparezca:

"Esta usted a punto de instalar no se que cosa para no se que aplicación, pero el archivo fulano no cuenta con los parámetros de no se que, así que podrá instalar no se que archivo, para que alguna que otra aplicación se ejecute y el desbordamiento de pila se evite, además la memoria virtual requerida fue absorbida por la caché, y luego... bla bla bla"

y finalmente:

Sí No No Sé

Sería un milagro. Si somos expertos y sabemos: Sí; y si no lo queremos: No. Pero si no lo somos entonces: No Sé. Y de tal manera la computadora nos podría explicar: Mira, si "Cliqueas" sí, pasará esto y si "Cliqueas" No, podría pasar esto otro. O de que sirve la inteligencia artificial.

Pues así son como nos invaden aquellos sentimientos, como relámpagos tratando de posesionarse de la llave de Franklin.

Estas líneas están dedicadas con mucho cariño, a Elizabeth, mi gran amiga experta en Genexus.

Marzo 1999.

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