La Respuesta: A Mauricio Coronel

LA RESPUESTA

Por Carlos Zaldívar

¿Por qué? Esta es la cuestión que más abunda en la existencia del ser humano. Y nunca es correcta la respuesta que obtenemos. Vagamos diariamente por lagunas infinitas buscando la correcta, y solo conseguimos regresar al mismo lugar, al inicio y a la misma cuestión: ¿Por qué?

¿Por qué yo? ¿Por qué sólo me pasa esto a mí? Y, ¿Por qué no a los demás? Pero, si los demás también se lo preguntan, se debe a que somos únicos, irrepetibles e insustituibles(A.O.), porque todos somos tan iguales y tan diferentes y porque todos sentimos diferente, tenemos las mismas emociones pero representadas inequitativamente, desordenadas y fuera de tiempo.

Tenemos que aprender a ser humildes, pero en el transcurso, somos arrogantes y muchas veces soberbios(A.S.). Enfocamos nuestras palabras en las personas que nos rodean y vemos debilidad mental, observamos ineficiencia corporal y sentimos antipatía, arrogancia y odio. ¿Por qué actuamos así?, ¿Por qué ellos son así?, ¿Por qué se comportan de una manera diferente a nosotros? Porque eso sí es afirmativo; cuando alguien no comparte nuestros gustos y no entran en nuestro mismo espacio cumpliendo con nuestro mismo karma, surge la cuestión ¿Por qué ellos?, ¿Por qué yo? Cuando en realidad nos debemos preguntar una y otra vez: ¿Por qué son ellos así, que soy yo con ellos?(A.O.) Qué tanta influencia puedo tener en las emociones de los demás, llámense hijos, padres, amigos o alumnos, o simplemente conocidos. ¿Por qué la persona a la que quiero, me quiere? Y la respuesta muchas veces es el sentido común, o la obviedad. Son así, porque yo soy así con ellos. Muchas veces o casi siempre reprimimos nuestras emociones, nuestro coeficiente emocional (EQ) toma la rienda de nuestras acciones y cuando cambiamos (porque podemos hacerlo) no lo cree la gente. Y en verdad que cambiamos. Y lo hacemos, cuando cedemos aquella rienda y delegamos a nuestro EQ su control.

Creemos que somos fuertes y que exageradamente controlamos nuestra mente, reprimimos nuestras emociones y pensamos en los demás, que con cualquier insignificancia de evento o acción, tienen una reacción emocional, un "impacto emocional" los fulminará instantáneamente. Allí, nuestra arrogancia y la de algunos otros brota, y nos convertimos en elitistas: ellos los débiles y nosotros los fuertes. ¿Por qué?

Pero que pasa cuando el "impacto emocional" nos invade lentamente sin darnos cuenta, y cuando reaccionamos a nuestros instintos, nos convertimos en los seres más humildes y reconocemos, si no el odio, el amor; si no la tristeza, la felicidad; si no la traición, la confianza y el autoestima. ¿Por qué a mi sí, y a los demás no? Y, ¿Qué escribir sobre el dolor de pérdida? Tan sencillo como haber superado las etapas de la negación y asimilación, para que tardíamente lleguemos a la aceptación. Y cuando aceptamos; maduramos, crecemos y disfrutamos. La vida sigue y siempre tenemos que juntar varias acciones o sucesos, durante meses y años, para finalmente encontrarnos en una momento final, viajar a través de todas las emociones para llegar al nuestro destino, llamado felicidad.

La música ha unido y seguirá uniendo emociones entre la humanidad. Y estas líneas van dedicadas de lleno a mi amigo Mauricio, quien me dio "La Respuesta" a todas las cuestiones anteriores:

"Es que tú, ya escuchaste Stairway to Heaven. Los demás: aún no."

Marzo 1999.

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