Y han pasado veintidós días y veintún noches.
Aquellos sueños que se veían cerca, ahora se alejan.
Los portaretratos, ya no tienen esas fotos de momentos maravillosos.
Posiblemente se fueron a la basura, o alguien más los utiliza, colocando sus fotos, encima de recuerdos olvidados.
Posiblemente están guardados, sin fotos, en el fondo de una caja, junto aquellos sueños que se han esfumado.
Cosas van, cosas vienen, pláticas se llevan a cabo pero sin mensajes, sin motivo alguno para despertar al corazón dormido, que lentamente fallece; no hay palabras para reanimarlo.
El corazón muere lentamente.
Muy lentamente.
El dolor, ahí sigue, como el mismo recuerdo de aquel primer beso, frente a la cafetería de la sirena.
Viejos recuerdos y viejas canciones.
El olvido llega.
Y la espera de un nuevo amanecer se siente y se ve tan lejano.
Y aún respiro.
Septiembre, 2022.
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