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Foto: RollingStone.com |
BLACK SABBATH
¿El
inicio del fin?
Por Carlos Zaldívar
El fin de Black Sabbath ocurrirá con el deceso del Iron Man, “Iommi”.
De la banda más grande del planeta, ya está
escrito casi todo, pero falta relatar lo que vivimos anoche en CDMX.
Crecer con la banda, significa crecer a la par,
tanto musicalmente como socialmente. Hace algunos años, en el video de “The
Last Supper”, durante su reproducción en casa, mi hermano me preguntó: - ¿Y
quién es ese viejito? – mencionando a Bill Ward. No lo veía viejito, porque no lo
está y cuando casi toda tu vida lo “frecuentas”, no se nota la edad.
De Tony Iommi, uf, infinidad de posters,
entrevistas, revistas, recortes de periódico y mucha memorabilia, al igual que
con Ozzy “El Príncipe de las Tinieblas” Osbourne. Geezer, Dio, Tony Martin, Ian
Gillan y un sinfín de vocalistas… también. Porque Black Sabbath ya está tatuado
en mi corazón de “metal” por los siglos de los siglos.
En 1973 escuché por primera vez, el segundo
álbum de la banda, “Paranoid” y desde entonces me hice fiel a esa religión.
Y bueno, hace poco más de 14 meses, después de
lanzar su álbum “13”, anuncian su retiro de los escenarios y lo llaman “The End”,
el “Tour de la Despedida” iniciando en 2015 y dando la vuelta al mundo. En
aquel momento juramos que tendrían que venir a la CDMX ya que era parte
fundamental de la gira por Latinoamérica. Y efectivamente, hace unos meses se
anunció que el día para despedirnos de los padres del “Heavy Metal” sería el
miércoles 16 de noviembre de este año: anoche.
Estuve en S.L.P. en 1989, y a partir de 1992,
no he faltado con Sabbath y tampoco con Ozzy. A Dio lo disfruté en el Auditorio
con Deep Purple.
Ya se imaginarán la emoción.
Llegué al Foro Sol en la tarde, con un
excelente ambiente nublado y llovizna, como si estuviéramos todos los fieles
alrededor del recinto, viviendo el inicio de un “Doom… Day”.
El frío y la lluvia hicieron que la emoción se
incrementara conforme avanzaban las manecillas del reloj. Mojados, secados, con
frío, con calor y ya con mucho ímpetu, nos encontramos frente al escenario donde
sobresalía una enorme pantalla con el logotipo de Black Sabbath y dos ángeles a
los lados.
Y en punto de las nueve con treinta minutos, se
apagaron las luces, y comenzó la introducción. Por fin, hasta ese momento
entendí lo que había dentro de esa “bola ardiente” que tanto se promueve en
esta gira, y es que no es una bola, sino un huevo de donde “nace” el mismísimo
Lucifer, alado, y con un feroz rostro para azotar toda la ciudad y destruirla.
Entonces fue The End para la ciudad y el mundo, pero fue también un renacer
para el mismísimo Diablo.
Y ahí estuve.
Apenas Lucifer vino a la CDMX y llegó el
momento tan esperado por meses: Estar en lo que “Supuestamente” es la gira del “adiós”
para Black Sabbath.
Iniciaron con la rola homónima, y desde ese
momento, no dejé de cantar y gritar y en ocasiones hasta brincar; eso sí,
evitar el brinco podría ocasionar que la marea humana te aplastara o se botara
fuera del recinto y cayeras a la Avenida Añil. Pero ahí estuve al ritmo de esa
marea.
A “Black Sabbath” le siguieron
“Fairies Wear Boots” y “After Forever”. Rolotas magistrales en la voz de Ozzy, a quien por cierto ya se le
comienza a notar un poco la vejez, principalmente en el caminar y que en ya
pocas ocasiones recorría el escenario corriendo. El tiempo, comienza a cobrar
facturas.
Siguieron dos enormes rolas que son sello de la
voz de Ozzy, “Into The Void” y “Snowblind” con la que no nos cansamos de corear
“Cocaine... Cocaine”.
En algún momento Ozzy presentó a los
integrantes de la banda, como si fueran nuevos para nosotros, pero no, sino porque
él sabía perfectamente que en cada mención vendría una ovación bien merecida. Así
que el primero fue Adam Wakeman, en los teclados, quien no aparece en el
escenario, pero su instrumento es importante para aumentar ese toque al estilo “Doom
Metal”.
Adam fue recibido con un “Yeah” de todos nosotros.
“Hijo de tigre, pintito” reza el dicho, y no es
para menos. Adam lleva en sus manos, la sangre de su padre, el enorme Rick
Wakeman. ¡Aplausos!
Ozzy siguió con Geezer Butler, bajista.
Geezer fue recibido con dos “Yeah” de todos
nosotros.
Siguió con la presentación del baterista Tommy
Clufetos, quien a su corta edad, ya es un excelente bataco en las percusiones.
Tommy fue recibido con dos “Yeah” de todos
nosotros.
Y… entonces Tony y Ozzy sabían.
Apenas a las palabra de
Ozzy: “And There is the One and Only”…
Y todos recibimos a Tony “The Iron Man” Iommi
con muchos “Yeah” acompañados de brincos, gritos y emociones.
Fue un momento espeluznante, brutal y emotivo; tanto
que la piel se me erizó.
Ha sido uno de esos momentos que sabes que
jamás en la vida olvidarás. Sentir esa emoción que recorra tu cuerpo y que se
refleje en la piel, simplemente no tiene madre.
Ahí estuve, frente al más minimalista, elegante
y humilde guitarrista británico.
¡Enorme Tony!
Ozzy, no necesitó presentación. Todos coreamos
en algún momento “Ozzy, Ozzy…”
Sonaron las sirenas en todo el Foro, y entonces…
a brincar nuevamente porque era la de “War Pigs”, y la marea nos llevaba y nos traía;
y sudamos litros de cerveza y hasta nos fumamos no sé cuántos churros de mota.
¡Ambientazo!
Siguió “Behind The Wall Of Sleep” y una
excelente Intro de Geezer para darle continuidad a “N.I.B.”
¡Puff! Rolota que contiene una de las frases
más famosas en toda la existencia de la literatura universal, además de la
poesía, novela, y arte: “My name is Lucifer, please take my hand”.
Esta grandiosa canción la cantamos con mucha
fuerza y la garganta terminó seca y con algo de dolor, hasta que me cansé de
gritar: “My name is Lucifer…”
Llegarían más palabras y agradecimientos de
Ozzy y luego dejarían al bataco Clufetos lucirse con la batería, y nos dio cátedra
del porqué es uno de los más virtuosos en ese instrumento.
Apenas terminaba con su “solo” y le entró a
unos batacazos al ritmo de Iron Man, donde Tony reafirmó la rola con su
estridente guitarra y entonces… “I am the Iron Man”.
“Dirty Women” es la que siguió y es una de mis
favoritas, pues Iommi se luce un poco más en las cuerdas, amén de que en el
video de The Last Supper, es donde aparece aquella “fan” mostrando sus
atributos pectorales y haciendo alusión a esas “mujeres sucias” que no “nos
gustan” mucho. Amo esta canción. Hell Yeah!
Llegaría después la última rola y se despedirían:
Era “Children of the Grave”. Es una rola importante, porque en los pocos más de
cinco minutos que dura, la letra y música te envuelven que piensas en muchas
cosas significativas en la vida. Alguna vez se la dediqué a mi hermano “El
Sultán Mayor, MemoRock,” de Sultans of Swing, porque hay motivos suficientes
para interpretar a diferentes maneras esta letra. Si alguien no está de acuerdo
con esto, mis queridos dos lectores, es algo que me viene importando un
reverendo cacahuate. “Children of the Grave”, por los siglos de los siglos.
Y entonces se fueron y regresaron rápido para
el encore: ¿Cuál faltaba?
Faltaban muchas, pero una de esas es
imprescindible.
Entonces, como han acostumbrado la Intro para
esta rola, Ozzy comenzó a gritar: “One more song, one more song… one more song”,
Y Mr. Iommi se lanza con los riffs de: “Paranoid”.
¡Madres! A cantar, brincar y gritar. Otro
orgasmo auditivo a un máximo volumen.
“Finished with my Woman,
‘cause she couldn’t help me with my Mind…”
Como anillo al dedo.
Y entonces, una que otra lágrima, de emoción,
comenzaba a resbalar sobre las mejillas.
Salieron a despedirse y a decir adiós a México.
Mientras este momento se daba, se escuchaba de
fondo musical “Zeitgeist”, del 13.
¿Adios final?
The End? Really?
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The End? Black Sabbath Forever. |
Muchas bandas hacen lo mismo, pero el METAL no
es un género musical ni un tipo de música cualquiera… para cualquiera.
El METAL es una religión.
El METAL es una forma de vida.
Y al igual que Motörhead, que se terminó con el
deceso de Lemmy, Black Sabbath llegará a su fin cuando Tony fallezca.
BLACK SABBATH fan,
until I die.
BLACK SABBATH forever.