Tren Montealto



TREN MONTEALTO

De la máquina de vapor al Maglev.

Por Carlos Zaldívar

Si de algo tengo que presumir, es de las centenas de conciertos a los que he asistido, y nunca había presenciado algo similar (esto no quiere decir que no haya pasado, pero tengo la duda).

El pasado 3 de octubre asistí (sin haberlo planeado y con el desconocimiento de los grupos a presentarse) al excelente bar/billar Bull Pool, en Satélite. Como de costumbre, el arribo fue alrededor de las diez de la noche.


El flyer anunciaba a Parlavox y Tren Montealto, quienes para ese momento eran totalmente desconocidos para mí. Una característica del Bull Pool es brindar el espacio a bandas nuevas y otras no tan nuevas (Wrecker) para compartir la música, vivirla y sentirla en un excelente ambiente, muy rockero.

A las diez con cuarenta y cinco minutos noté que no había bandas ensayando, sólo algunos instrumentos en el stage. Poca gente y algunos jóvenes iban y venían, pero nadie subía a ensayar. Mi sorpresa inició casi a las once con veinte minutos cuando repentinamente subieron 4 jóvenes a tomar los instrumentos y sin más ni más se lanzaron con la primera rola. ¿Ensayo? ¿Cuál ensayo? O ensayaron muy temprano (cual debe ser) o ya tienen bien ensayado el setlist.

Fueron pocas rolas, pero cada una con un distintivo que me cautivó desde el inicio. “Volando”, “Acábame”, “Sin las horas”, “Detente”, “Frío 2411” y “No me puedes ver” se encuentran en su repertorio de MySpace, y obvio que en vivo es mejor (me gustaría tener el setlist de ese día).

Hoy, he tenido la dicha de haber escuchado algunas de estas rolas en vivo, el pasado viernes.

Y utilizo estos adjetivos, porque estoy muy seguro que Tren Montealto llegará muy lejos en el ámbito musical. Poseen una guitarra con un sonido conservador del rock, no tan pesadas, pero constantes, con acordes largos; las vocales claras y al mismo tiempo un poco ásperas, entendibles… diluidas en el tiempo; el bajo, claro y muy distinguible y los teclados, siempre en armonía con las cuerdas, al compás de la letra.

Originalidad es una característica congénita este Tren y en la cual deben ser persistentes, como el mismísimo Rock en la historia de la humanidad.

Este Tren va a gran velocidad, no importa cuanta, pero sí la constancia, la fluidez y la inspiración para componer, arreglar y provocar emociones en el espectador.

En la tocada a la que me refiero, bien pudo haber sido un gran concierto, pero mejor aún: no lo fue. Asistimos a una “tocada” elitista, para conocedores, seguidores y fans de la mejor música en el planeta: el Rock. ¡Puros cuates!

He sido testigo de tocadas aburridas, de presenciar a “grupetes”, esos a los que únicamente les interesa tocar en un foro junto a veinte mil grupos, y salir en programas estúpidos de tv. Y gracias a estos tengo buenos puntos de referencia, que al compararlos hace sentir a mi alma muy satisfactoria. Presenciar a grupos como Tren Montealto provoca la necesidad de repetirlos.

La sensación que provocaron fue la penuria de “pedir más”, de “ir a comprar el CD”, de “tener el boleto para el próximo concierto”… y más.


Y el orgasmo cerebral llegó, cuando en la última rola, de improviso, Beto, el tecladista y segunda guitarra, se alejó de su instrumento, caminó al frente de la batería y tomó unas baquetas para acompañar a Edoardo. Lo mismo hizo Cheyk, el vocalista: dejar la guitarra, voltearse y tomar otras baquetas y acompañar a sus “bros”… e igualmente Erik, el bajista, dejar su instrumento, voltearse y con otras baquetas acompañar a Edoardo. Estos camaradas armaron todo un escándalo poca madre, con un ritmo delicioso y extasiante, para que en no menos de 30 ó 40 segundos, el show terminara. Los músicos, viendo de frente a sus seguidores, agradecieran infinitamente nuestra asistencia.

He presenciado decenas de momentos espectaculares: grupos con dos percusionistas; vocalistas cantando dentro de una esfera, bajando en moto o saliendo de las voraces fauces de un monstruo de metal; guitarristas colgados y bajando lentamente al stage, otros elevándose como dioses, apareciendo y despareciendo; bateristas girando, elevándose sobre plataformas; violinistas, pianistas, coristas, bailarinas eróticas en un concierto de blues, y mil momentos más, pero esto… señores y señoras, jamás lo había visto en otro concierto o tocada. Todos los integrantes haciéndole el amor a la batería. ¡Prodigioso! ¡Inaudito! ¡Espectacular! Muy original.

Una idea, si no nueva, muy conceptual, relajante, acogedora… orgásmica.

Tren Montealto va de subida, y cuando llegue a ese clímax donde sólo los grandes han llegado, mis mejores deseos son que ahí puedan permanecer, que jamás se prostituyan yendo a televisoras nacionales a venderse por unos cuantos míseros pesos; ante todo, está el placer y la pasión por lo que hacemos, por lo que fluye en nuestras venas, por lo que alimenta nuestras almas: el ROCK.

Apenas es una primera impresión, pero no creo estar equivocado, y si así lo fuera… me viene valiendo un reverendo cacahuate: TREN MONTEALTO es un grupo poca madre.

Al momento de escribir estas humildes líneas, escucho de fondo “No Me Puedes Ver”, una rola muy placentera, para inspirarse.

¡Enhorabuena chavos!

P.d. estas líneas están dedicadas a Carlos, mi hijo, a quien festejamos su cumpleaños en el Bull Pool, disfrutando de este Tren; y quien además desea ser un gran guitarrista.

P.d.2. el grupo Parlavox, jamás se presentó… ¡de lo que se perdieron!

http://www.myspace.com/montetren

Comentarios: carlos@zaldivar.org.mx

Octubre 2008.


2 comments:

bren said...

definitivamente me hubiera gustado estar ahí... y escuchar esos 30 o 40 segundos...
sigue escribiendo aunque pocos leamos ok?

Carlos Zaldivar said...

¡Ya 4 años de esa tocada!
Bueno, pues mil felicidades por estos 10 meses y porque seguiremos yendo a disfrutar a estos trenecillos.