EL MEJOR CONCIERTO
Al que aún sigo asistiendo…
Por
Vivir sin música es similar a un viaje por el desierto, sin rumbo fijo y a la deriva. Vivir sin música es vivir sin sentir. Así es como los melómanos describimos a la misma, y comprendemos a aquellos que no lo son.
Iniciaba la década de los ochenta y llegaron lo primeros conciertos, y a finales de esta década comenzaron los subterráneos, de heavy metal.
He estado presente en decenas de conciertos, casi todos ellos del metal más preciado por mis oídos y otro de rock y uno que otro de pop.
Han sido bastantes, y espero que aumenten permanentemente. Cada uno se ha caracterizado por uno o más momentos de gloriosos recuerdos, que merecen nunca olvidar.
Conciertos que han ido desde Simply Red, America y Miguel Ríos; pasando por Rush, Eric Clapton, Judas Priest, Kiss y Héroes del Silencio; hasta llegar a Cradle of Filth, Nightwish, Anthrax, Kreator, Metallica, Sodom, Motörhead y cientos más.
Conciertos presentados tanto en México, Estados Unidos y Canadá. Ha sido (y seguirá siendo) una potencial inversión que posteriormente se plasma en el papel, en el recuerdo… en las enseñanzas.
Cada uno de ellos ha dejado una huella, de diferentes tamaños, dependiendo del momento emocional, sentimental y/o intelectual en el que me haya encontrado en ese momento; pero todos han terminado. Sólo el recuerdo de esas rolas y la nostalgia de espera el regreso de alguno.
Pero desde hace algún tiempo existe un grandioso concierto, uno al que puedo asistir permanentemente y pareciera que el tiempo le es inerte.
Ese concierto es cuando el sol se va a dormir y la luna blanquizca aparece en lo profundo de la noche. Un concierto donde no hay alborotos, slam, espectáculos visuales ni desvelos exagerados.
Quisiera que este concierto durara toda la vida, pero se terminará algún día, esperando sea lejano… muy lejano.
Este espectacular concierto al que me refiero, se disfruta al entrar al cuarto de mis hijos y escucharlos respirar, en el más penetrante silencio de la noche, y saber que están protegidos y sus sueños son velados hasta que el nuevo amanecer arribe.
Así de hermoso y simple.
Con una dedicatoria especial a Laura y Ricardo, quienes han iniciado la espera para la más grande sorpresa de sus vidas.