MARK KNOPFLER
El Sultán de dIRE sTRAITS
Por Carlos Zaldívar
A sus escasos 52 años y con la fuerza de un roble, Mark Knopfler llegó a México para ofrecernos dos majestuosos conciertos/recitales con lo mejor de su repertorio.
Sobre Knopfler hemos escrito demasiado, y nunca será suficiente. Artículos, reseñas y notas tanto en la gaceta “Sultans of Swing” como en algunos ensayos, artículos y colaboraciones. Knopfler siempre da de que hablar... (y escribir).
Iniciando la gira de “Sailing to Philadelphia” llegó el maestro a dar cátedras de guitarra en todos los géneros; directamente al Recinto del Paseo de la Reforma.
Cuando se formó la fraternidad de “Sultans of Swing” pensamos en que algún día podría venir Mark Knopfler, a lo cual calificamos de una utopía, pero no imposible. Transcurrió el tiempo y en el fascículo antes mencionado se volvió a comentar. En el documento sobre Dire Straits y el origen de la Fraternidad “Sultans of Swing” se mencionó nuevamente.
Honor a quien Honor merece.
La espera inició el conteo final. Los boletos estaban en nuestras manos, para las dos presentaciones. Iríamos todos los miembros y grandes fanáticos del buen Rock.
¡Qué recuerdos de Rock 101 cuando presentaron el álbum de Brothers in Arms!
Los primeros acordes de “Calling Elvis” fueron acompañados de aplausos y ovaciones por todos los presentes en el Auditorio Nacional. A este ritmo: todos de pie.
Terminó la espera y la emoción sigue corriendo por nuestras venas. Y seguirá por mucho tiempo.
Con vestimenta oficial y el corazón tatuado con el apellido Knopfler, estaríamos esperando la llegada de “Sultans of Swing”, “Brothers in Arms” y “Romeo & Juliet”. La época de oro del Pop Rock que fuera marcada por Dire Straits: los años ochenta.
Alabanzas al maestro después de los casi diez minutos de “Calling Elvis”, y de ahí a quemar las mejores. Siguió “Walk of Life”.
Con camisa blanca, playera negra, pantalón de mezclilla, la voz medio escabrosa y con un acento mejor que el de hace veinte años, Mark nos promete una larga noche de música. Ahora vendrían algunos éxitos del Philadelphia de los que destacaron “El Macho” y “Sailing to Philadelphia”.
Llegó uno de las favoritas: “Romeo & Juliet”. Y a las primeras pisadas de la Stratos de Knopfler, los que seguían sentados, pues a pararse. Comenzaba una de las mejores baladas de todos los tiempos.
Con esta rola, fue la primera gran ovación que recibió el maestro de maestros. Grandes alabanzas, aplausos y gritos del público conocedor. Porque “Romeo & Juliet” estaba dejando huella en el alma de muchos de nosotros. Pero esto no fue suficiente. Después de más de un minuto de aplausos... se dejó venir “¡SULTANS OF SWING!”. De pie y admirando a Mark, cantando, y otros bailando, se sintió el enorme placer por estar presentes durante una rola que dejó huella en el Hit Parade.
Por fin llegó la rola que es denominada como un himno, que nos ha influenciado a muchos, que marca la vida de una persona en “dIRE sTRAITS” y que se estableció como una de las mejores rolas del siglo XX y de los que vienen.
¿Cómo es posible que Mark, un humilde ser humano, disfrute la guitarra como si fuera su mejor amante?, ¿Por qué su manera tan especial de darle un feeling extraordinario a ella? Pues después de buscar miles de respuestas, la más sencilla y obvia es que está ayudado por la Mano de Dios. Es un milagro poder tocar así. Con “Sultans of Swing”, Mark se explayó, debrayó totalmente y se extendió por un mundo ilusorio de fantasías que ni Bukowski ha vivido.
Sin pasarse de extravagancias o movimientos sobresalientes, sino con humildad y respeto para el público que lo vio crecer, Knopfler continua con el solo de guitarra extraordinario.
Ya no es el jovenzuelo de casi 29 años (edad cuando la compuso), tocando y cantando “Sultans of Swing” y que fuera hacer historia y llegar al Número uno en aquel 1977. Hoy, a casi cinco lustros décadas, “Sultans of Swing” ha madurado. Es un sonido evolucionado de voz y guitarra.
Los decibeles producidos por aplausos de miles de fanáticos, comenzaron a subir... y duraron bastante tiempo. Fue una larga y emotiva ovación para el gran guitarrista de los Straits. Humildemente esperó, agradeció y continuó con más del Philadelphia.
Estábamos muy satisfechos, pero la ruta musical todavía se veía larga. Ahora pedíamos por “Brothers in Arms”, “Money for Nothing”, “Once Upon a Time in the West” y “Private Investigations”.
Algunas más del Philadelphia y luego se despidió. Llegó entonces el primer encore, para que regresara con “Speedway to Nazareth” y “Telegraph Road”. Mismas rolas de larga duración que causaron más aplausos y emociones en el público.
Después el segundo y tercer encore. Queríamos más y faltaban éxitos. ¿Dónde estaba “Money for Nothing”?
Finalmente regresó después de una larga petición de aplausos. Regresó para deleitarnos con la rola que significa una gran amistad entre hombres que suelen ser hermanos, de sangre o de corazón; regresó con “Brothers in Arms”. Que delicia de rola, que nos recuerda algunos amaneceres nublados y fríos en “The House Rock”. Después vendría el ícono ochentero de “Money for Nothing”, pero esta vez ya con un sonido más académico y lírico. El inicio es guitarra acústica y percusiones, y tras una breve pausa... llega la guitarra principal. Bienvenida sea “Money for Nothing”. Todos de pie y siguiendo al maestro en su travesía por un centro comercial de electrodomésticos. Eso sí, se extraño la voz de Sting en los coros, pero que más podíamos pedir. Nosotros lo sustituimos.
La impresión de Mark se reflejaba en su rostro. Un rostro de asombro e inesperado. La respuesta de sus fans era grandiosa. Casi todos se fueron satisfechos, excepto los miembros de “Sultans of Swing”, pues esperaríamos al día siguiente para volver a reentrar al viaje maravilloso a Philadelphia y sus alrededores.
El siguiente concierto, fue similar. Pero la ovación fue más grande y regresó a un cuarto encore. Esta vez agradeció infinitamente a sus fans. Tardó en retirarse y tras unas breves inclinaciones en aprecio y admiración, se retiró.
El primer final del concierto significaba el inicio del primer encore, y así sucesivamente. Quisiéramos que no llegara el final de estos inicios, que marcaba una nueva experiencia para Knopfler. Y al transcurrir el tiempo nos dimos cuenta que faltaron “Private Investigations”, “Tunnel of Love”, “Twisting by the Pool”, “Far Away” y otras. Eso puede significar que las guardó para el siguiente Tour de regreso por México.
Al final de los conciertos, todos de pie, y dando gracias por tal experiencia, iniciamos la retirada. Una experiencia que contaremos siempre en cada sesión y con todo aquel que sea fanático de la buena música, del buen Rock y de Mark Knopfler.
Al final, y todavía de pie y en la primera fila, estaba Dios. Aplaudió a Knopfler, pidió un nuevo encore y lo ovacionó. Lo bendijo y volvió a ascender.
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