MONSTERS OF ROCK 2025
OPETH & JUDAS PRIEST
Por Carlos Zaldívar
"¡Judas Priest desata el infierno en un épico torbellino de metal!"
"Judas Priest forja una noche legendaria, donde el acero del heavy metal resuena eternamente."
"Judas Priest, arquitectos del caos metálico, erigen un monumento sonoro que desafía el tiempo en una noche de gloria eterna."
¡Vaya experiencia tan brutalmente excelsa! Y no se
para menos, ya desde noviembre 2024 tenía mi boleto para el MONSTERS OF ROCK en
CDMX, y lo que (para mí) será el mejor concierto de 2025, con tan sólo dos
bandas de primerísimo nivel.
Y llegó el día de STAR WARS, para que justo en
este 4 de mayo reciente, arribara en punto de las dos de la tarde al recinto de
Avenida de las Granjas, la majestuosa Arena de la CDMX, y una ligera lluvia
fungió como un entremés para abrir apetito a lo que sería un exuberante menú de
puro, total y absoluto METAL.
Le espera casi fue eterna desde mi arribo hasta las
nueve de la noche en que los suecos de OPETH (banda legendaria, activa
desde 1990) abriera con “S1” (Statistics 1) de su reciente producción “THE
LAST WILL AND TESTAMENT”, y le siguieran: “Master´s Apprentices “, “S3”, “Ghost
of Perdition”, “In My Time Of Need”, “Sorceress” y la majestuosa “Deliverance”.
Estos escandinavos dieron cátedra de lo que es un sonido perfecto, un metal exageradamente
fino, una instrumentación impecable y letras exquisitas. Opeth, es una de esas
bandas que merecen un altar en nuestra sala de audio.
Fue un setlist con apenas, siete canciones… ¡pero qué
canciones! De alto octanaje y una perfección inimaginable. Opeth, por siempre. Y
los vi, por primera vez, en el Circo Volador, en aquel noviembre de 2003 en su
primera visita a la “selva de asfalto”.
La satisfacción fue inmensa. Terminaron y vendría el
plato fuerte.
Unos días, antes del momento de JUDAS PRIEST, en su
canal se compartieron algunos videos que mostraban a Halford caminando despacio,
apoyado con un bastón y en otros, respirando oxígeno directo de un tanque; lo
que causó dudas y polémica sobre su estado de salud y su performance en el escenario,
amén de la voz, y todos llegamos con expectativas diferentes.
Mi estado emocional estaba altísimo y mis expectativas
muy por arriba, tan sólo por la nostalgia de haberlos visto en el Irvine Meadows,
California, en aquel 29 de julio de 1984, justamente mi primer concierto, y les
dejo el setlist de aquella ocasión:
Love Bites,
Jawbreaker, Grinder, Metal Gods, Breaking the Law, Sinner, Desert Plains, Some
Head Are Gonna Roll, The Sentinel, Rock Hard – Ride Free, Night Comes Down, The
Hellion, Electric Eye, Heavy Duty, Defenders of the Faith, Victim of Changes,
The Green Manalishi, Living After Midnight, Hell Bent for Leather y You’ve Got
Another Thing Coming… y a la salida de aquel recinto, sonaban los coros de “Defenders
of the Faith”. Un tour espectacular
y del cuál siempre lo llevaré tatuado en el alma.
Y tuve la enorme fortuna de ver a Rob Halford, K.K.
Downing, Glenn Tipton, Dave Holland y al eterno dueño de la banda: Ian Hill.
Siempre que han pisado suelo azteca, los he visto, y
ahora, a casi 41 años después de aquella presentación, los vuelvo a ver, con
algunas décadas encima, y algunos cambios en la alineación.
Y en punto de las diez de la noche con treinta y cinco
minutos, las sirenas de WAR PIGS comienzan a retumbar en el recinto, y enloquecieron
a todos los feligreses del metal, congregados en la Arena. BLACK SABBATH fue un
entremés auditivo para encender al público, y la piel se erizó.
Una manta con la intro, ya lucía tras el escenario, y
luego de unos segundos, las luces se apagaron, y comenzó “Clarionissa” para
ofrecer una intro, a lo que sería una magnífica obra de arte audiovisual.
Nuestro amo, señor e ido, Sir Robert Halford, salía ya
tras bambalinas y comienza el estruendor perfecto con “Panic Attack”. ¡Madre!
Una maldita y puta emoción indescriptible, carajo.
Ian Hill, atrás, junto a Scott Travis, y al frente
Richie Faulkner con Andy Sneaps, en representación al miembro oficial GLENN
TIPTON. Y la cohesión de esta alineación lucía en un ambiente magistral. Ni una
pausa de uno o dos segundos y se siguieron con “You’ve Got Another Thing Coming”;
no mamen, comenzaron con los grandes cartuchos, tal y como debe ser, porque fue
un setlist perfecto.
Siguió “Rapid Fire” y yo me mantuve al frente, junto a
la valla, amarado a ella, para nadie, en el slam o la locura, me quitara de
ahí, grité, canté y tuve una serie de orgasmos cerebrales inconcebibles.
Continuaron con “Breaking The Law” y nuevamente, la piel erizada, y grandes
recuerdos que tengo con esa obra maestra, muchos.
La energía, el ímpetu y la adrenalina, nunca bajaron
de nivel.
Siguieron con “Riding on the Wind”, y “Love Bites”, y
fue con ésta, que me remonté en tan sólo dos segundos, al área verde del Irvine
Meadows de aquel 1984. Espectacular motivo para otro orgasmo cerebral. Y volví
a emocionarme, muy cabrón.
Sonaron a continuación “Devil’s Child”, “Saints of
Hell” y la joya de su reciente álbum “Crown of Horns”, y mi voz a todo lo que
daba, caray.
Rob, en el escenario comprobó que está bien y casi
entero de salud. Su voz, caray, casi impecable con en la década de los ochenta,
y con un poderío tremendo que sucumbió a toda la delegación Azcapotzalco. Fuimos
testigos, de ver a un Rob que prometió regresar con la banda, muy pronto. Un
Rob, completo y que no pareciera que tuviera ya casi 74 años. Un Rob con ganas
de cantar, porque esas vienen del alma y del corazón… de METAL.
Llegamos a pensar que la banda tocaría alrededor de
una hora, pero enorme sorpresa nos llevamos, porque el rendimiento fue para un
poco de más de dos horas. Eso es entrega al público, y se llama “pasión”.
Continuaron con “Sinner”, “Turbo Lover” y la homónima
de su reciente producción (2024) “Invincible Shield”, así que se imaginarán, la
conmoción que abarrotaba a la Arena.
Y entonces, siguió una eminente rola, con la cual Rob demostró
el poder de su voz, una que imposible que algunos seudo cantantes de hoy,
puedan llegarle, a los talones y que algunos cantantes profesionales, se le
pudieran acercar. Y hablo de la maravillosa “Victim of Changes”, motivo audiovisual
para tener orgasmos en serie con exceso de placer.
“The Green Manalishi (With the two Prong Crown)” fue
la que siguió y el nivel de emoción se incrementaba. Es una estupenda
composición de Fleetwood Mac, que Priest la ha enaltecido tanto, que es un “must”
en su repertorio.
Scott Travis, se lucía con un solo en la batería y yo
supe que vendría una rola muy esperada, porque grabaría una parte y se la
dedicaría a mi hermano del alma, Mauricio, que justo, antes del concierto, pedía:
“Painkiller”. ¡Madres! Una estupenda intro en percusiones para que los tambores
golpearan fortísimo al recinto, y gritamos al compás de “He is the painkiller, this
is the painkiller”.
Por cierto, un mil gracias a mi otro hermano, Diego,
quién alivianó a mi voz, con una exquisita cerveza oscura. ¡Gracias, bro!
De igual manera, “Painkiller” me trae viejos
recuerdos, principalmente con los Sultanes, Memo y Mauricio, de una manera muy
placentera.
El tiempo ni existía en esos momentos, y llegó “The
Hellion” & “Electric Eye” para continuar con tan tremenda comunión, en
símbolo de un post evangelio; fue un encore asombroso.
Y en ipso-facto, las luces se apagaron y la adrenalina
al máximo, a punto de explotar, tan sólo de escuchar el poderío de la HARLEY
DAVIDSON, y las lágrimas tocando puerta para salir, porque Rob, montado en la
motocicleta, portaba muy orgulloso un sombrero charro, muy mexicano. Nos pegó
en el alma ese momento… y se arranca con “Hell Bent For Leather”.
Sabía que el final estaba por llegar y también que
faltaban muchísimas canciones, pero bueno, justamente para despedirse, comenzó
a sonar la formidable “Living After Midnight”, y justamente ya pasaba la medianoche,
y era momento para rockear, para enfiestarnos y para amar (claro que te tuve en
el pensamiento en cada momento, eh) y la adrenalina y cánticos, al máximo.
Reverencias, fotos, gritos y la despedida, llegaron; y
recibimos la bendición de Rob “Metal God” Halford para quedas muy satisfechos y
felices. Y la frase que nos motivó y nos llenó de mucha prosperidad, fue leer
la frase, atrás, en la enorme pantalla: “The Priest Will Be Back”, y nos dio
mucha esperanza.
Ahora, solamente nos queda agradecer y seguir con nuestra
“Heavy Metal Way of Life”, por siempre y para siempre.
Judas Priest, por los siglos de los siglos.
Y la cereza del pastel, el momento más sublime fue al ver a GLENN TIPTON, en video, en la enorme pantalla detrás de Travis, tocando su poderosa guitarra y escuchar sus riffs, y ver a la banda, haciéndole reverencia, humildemente. ¡Enorme momento!
Por siempre, GLENN.