El día en que mi madre palideció.
Por
Carlos Zaldívar
- Espera, no me pintes tanto – No, es lo básico para los ojos. Además, un
“emo” debe estar bien delineado.
- Dale pues.
Y Y era una rutina, en este caso, para el trabajo. Y no es que el trabajo me lo haya exigido, sino que (como dice el destino) el trabajo me encontró. El trabajo perfecto para un joven como yo, porque me divierto, me gusta y, además; me pagan por hacerlo.
Mi madre, a quien amo con todo el corazón, la educaron
a la antigüita, como que aún tiene muy arraigados algunos temas de aquella
época de oscurantismo, sobre todo si vives en la Ciudad de México.
Pero aquí, apenas y llegamos a la Ciudad de Querétaro
y todo nos ha pintado mucho mejor.
Acepto que llegué con miedo, pero me he adaptado muy
bien. Mi mamá, asustada por el cambio en ipso-facto, la ha librado bastante
bien; y la han ayudado como se merece.
Siempre he sido admirador de la cultura EMO y fan de
muchos de sus representantes.
La música, la vestimenta, el “look” y e “outfit”, son
de primera instancia, lo más importante, porque es como me identifico; aunque…
mi madre aún no lo entiende bien y lo acepta.
-
Ya hablaré con ella al respecto. En parte, me da terror o pánico, pero
sé que debo hacerlo.
Y así, he pasado este lapso desde que llegamos, a
adaptarme rápidamente en este trabajo.
Me gusta sentirme EMO, aunque muchas veces no
concuerdo con el significado real de la cultura; más bien, la parte bondadosa
la he adaptado a mí.
La gran mayoría de los verdaderos EMOS o “trues” cómo
guste llamarles, goza del sufrimiento y piensa que con la muerte vendrá una
vida mejor llena de placer, y que su principal filosofía es compartir el dolor el
sufrimiento.
Pero, ¿Por qué y para qué? Si en realidad lo que me
satisface es escuchar la música, sentirme bien con el outfit y ser YO MISMO.
Y de la música no solamente me encierro en el estilo EMO,
también disfruto de muchos otros géneros.
Ah, pero mi madre, piensa que soy satánico, adorador
de otros dioses y que hasta me corto las venas o me daño los brazos a navajazos.
Digo, no son mitos, pero en mi caso es una exageración.
¡Cómo hacer entender a mi madre!
Por azares del destino, en esta nueva etapa mi madre
conoció a un buen amigo, que por fin le ha abierto los ojos en algunos
aspectos, principalmente, en el tema de los tabúes musicales.
Vaya, si escuchar METAL no es satánico.
El vestir de negro, no es de delincuentes.
El tener tatuajes no es de presidiarios.
Y así, una gran lista de dudas que se le han aclarado
Y sé que mi turno llegará: poder decirle abiertamente
que me considero EMO y que no es malo, simplemente que es mi estilo de vida,
que es mi IDENTIDAD.
Perfectamente sé que ese momento llegará, y únicamente
debo ser paciente.
Me encanta el mundo gótico, oscuro y de vida
subterránea de este estilo; amén de que mi cerebro trabaja mejor de noche que de
día.
Estoy inmerso en mis pensamientos que en ocasiones se
me olvida convivir con la gente, que, en realidad, no es importante, pero puede
ser un “deber ser”.
Aún mi madre, está en la etapa de no gustarle mi outfit,
mi música y mucho menos, si sabe que me pinto los ojos o las uñas; así que
evito hacerlo frente a ella, pero sospecho levemente que ella sabe, porque a
fin de cuentas es mi madre, y las madres, todo lo saben.
Y así he pasado el tiempo, escuchado a The Black Veil
Brides, que es Rock y para algunos es Punk o EMO; y admirando a mi crush “Jenna
Ortega”, caray, si es la mujer perfecta.
Y el tiempo fluye, mi madre se preocupa, y algo dentro
de mí, me indica que ya debo hablar con ella, y de una vez que sepa y que me
entienda.
Pasan los días, y el momento no llega.
Entonces, durante un día en el trabajo, una de mis
compañeras me avisa que “alguien” me busca en la entrada.
Pero, ¿quién carajo me va a buscar, si soy la persona
menos indicada para que la busquen?
Jenna |
Caminando hacia la entrada y en apenas un par de
segundos, sentí como caía sobre mi el balde con agua helada, y las piernas y
los brazos comenzaron a temblarme.
¡Madres!
¡Era mi mamá!
Me dirigí hacia ella y en cada paso sentía el latir de
mi corazón, como las pulsaciones aceleraban el paso, el sudor en mi cabeza
comenzaba a resbalar, y pensé: - mi delineado.
Daba otro paso y sentía lo helado de mi piel, tan fría
como unos nervios congelados en mi sistema.
Pero no detuve el paso.
Toda mi vida la vi resumida en tan unos eternos segundos,
y apenas medio paso antes de saludarla, observé que venía con su amigo, en quien
podía confiar y me hacía sentir seguro; además que él si comprendía la situación
y, estando seguro que en un momento tan lleno de adrenalina y pánico él podría
auxiliarme.
Entonces, en el último segundo del eterno trayecto, me
decidí.
Arribé a la entrada y saludé a mi madre, y antes de
que emitiera alguna palabra me anticipé:
-
Mamá: Soy EMO.
Y en piso-facto:
-
Mira nada más, y te he dicho que no te pintes los ojos.
Y ahí, enmudecimos.
Su amigo comentó, que todo estaba bien, y se fueron.
Imaginé la impresión de mi madre al verme, tan
transparente en mi vida laboral y diaria; y efectivamente, así soy, y nada tengo
que ocultar.
Sabía que en un lapso corto o en la noche, hablaríamos
finalmente.
No sabía si su amigo hablaría con ella. Era como un
volado con una moneda, que, en el aire, desaparecía, y no sabía si caería en
algún momento.
Imaginé a mi madre, sudando frío, del impacto al
verme, la imaginé algo enojada y explotando como un volcán en erupción de emociones,
pero eso sí, estaba seguro de su amor por mí y eso me tranquilizaba. Así que, a
volver al trabajo y que el tiempo fluya y todo se acomodará tal cual debe ser.
Pocas horas más tarde, todo estaba acomodado.
Todo en orden, claro que tuve una gran plática con mi
mamá, pero a fin de cuentas entendió que es mi identidad, que soy YO y que soy
buen hijo.
Tengo, por cierto, a la mejor mamá del mundo, y la
presumo.
I love you too, mom. |
Esta es la humilde historia de un EMO y su gran madre.