Profr. Nicanor Escobedo



IN MEMORIAM:

PROFESOR NICANOR ESCOBEDO

Por Carlos Zaldívar

Estamos iniciando un nuevo año con acontecimientos muy especiales: los veinticinco años de la Institución que me brinda la oportunidad de realizar la profesión más noble y aventurera en este mundo: ser PROFESOR; Y también el decimoquinto aniversario de realizar esta actividad. Pero ante todo, es el aniversario luctuoso de un gran profesor, compañero y amigo.

Como lo mencioné antes, son ya quince años de vivir en la aventura de la docencia, y al inicio de éstos, lo conocí. Nos tratamos, simpatizamos, bromeamos, y un poco más adelante me regañó. No me pregunten lo que pensé en ese instante, y además no lo escribiré; pero, el tiempo pasó, y lo conocí aún más. ¡Caray! ¿Quién se imaginaría que dentro de esa robusta armadura existiera un hombre dócil, tierno y lleno de consejos? Creo que nadie. Y en estos momentos reafirmo que dentro de todos nosotros hay un excelente niño.

"Las cosas se hacen muy bien, o mejor no se hacen", me dijo una vez, y lo mismo me dijo otro gran amigo; pero lo más importante, es que no fui al único a quien se lo dijo; el mismo mensaje se lo transmitió a una gran familia, a unos hermanos jóvenes que emprendían el viaje a la misma aventura: la docencia.

No hace mucho tiempo, alguien daba una plática a los padres de familia sobre lo que iban a estudiar sus hijos. Durante la plática, recordamos a aquel niño que quería ser bombero, y entonces una descarga emocional fue desatada en mi alma. ¡Yo también quise serlo alguna vez! Pero el tiempo pasó y fui profesor; después quise ser profesor, y ahora, quiero y deseo ser el mejor profesor. Pasaron los años y le comenté: "Yo quisiera morirme dando clases", y es porque uno encuentra lo que más le gusta hacer, lo que sabe hacer y disfruta hacerlo (a pesar de muchas personas), y esto es lo más importante en la vida. Él, así se nos fue: dando clases.

Su nombre es y seguirá siendo sinónimo de disciplina, trabajo, constancia y amor hacia los demás, y para muestra, basta conocer a su familia; quienes heredaron los mismos valores.

Dios nos puso en esta aventura, ¿Por qué?, Él solo tiene la respuesta, pero aquel profesor no lo defraudó, y muchos de nosotros queremos hacer lo mismo. Hemos heredado también aquellos valores, algunos los han triturado, otros los han guardado como recuerdo, pero otros los queremos vivir todos los días, mostrarlos a todos nuestros alumnos y también heredárselos; no sólo dejarles los conocimientos, sino también, nuestra experiencia, nuestras vivencias, nuestras anécdotas y posiblemente algún día lejano, alguno de ellos escriba algunas líneas, como yo lo hago en este momento. ¡Qué mejor regalo!, Que después de haber dejado la gran aventura de vivir en este mundo, sigamos viviendo dentro de muchos otros corazones que nos recuerden continuamente y lleven a cabo nuestras enseñanzas.

Con todo respeto, mucho cariño y demasiado entusiasmo, hago un gran reconocimiento al PROFESOR NICANOR ESCOBEDO MERCADO; aquel profesor que me enseñó mucho, y que está presente en todas las aulas donde me encuentro.

Mil gracias, Profesor Nicanor.

Enero 1999.